UN SUEÑO
Salones que cruzamos con
timidez,
un centenar de rostros que
desconocemos…
Con lentitud, una tras
otra,
las luces palidecen.
Allí cuando su brillo se
hace gris
cuando se ciega con el
atardecer,
un rostro me parece
familiar,
la memoria del amor
encuentra
conocidos los rostros
que antes fueron extraños.
Oigo nombres de padres,
hermanos, camaradas,
así como de héroes, de
mujeres, poetas
que yo reverencié cuando
muchacho.
Pero ninguno de ellos
me concede siquiera una
mirada.
Como las llamas de una
vela
se desvanecen en la nada
dejan en el entristecido corazón
sonidos de poemas
olvidados,
oscuridad, lamentos en
torno
de los días ya encauzados
en leyenda y en sueño
de una luz disfrutada
alguna vez.
Hermann Hesse
2 de julio
de 1877
Calw –
Alemania
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