domingo, 31 de diciembre de 2023

NOCHE DE AMOR

 




NOCHE DE AMOR

 

 

Noche de amor. bajo la sombra cómplice:

La ingenua tentación. En la arboleda

el motivo de vida va pecando

como un ensueño de precoz histeria,

hay quemantes sudores en las pieles:

sorda germinación en las arterias;

protestas en las curvas no labradas

y en tu pupila audaz, francas ofertas.

La idealidad se tiñe de rubores

como un pálido lirio, de vergüenzas:

en los lechos abiertos y manchados

se tiende la pasión. La noche arquea

su gran complicidad sobre la falta;

el lirio de tu sexo se doblega,

y señala tu carne temblorosa

el índice fatal de mis torpezas.

¡Oh la sed de mis labios, cuyos besos

recargan la intención que nos rodea!

¡Oh el carmín de tus labios, cuyo orgullo

palidece al fulgor de tus caderas!

Dame tu cuerpo. Mi perdón de macho

velará la extinción de tu pureza,

como un fauno potente y pensativo

sobre el derrumbe de una estatua griega.

 

Horacio Quiroga

31 de diciembre de 1878

Salto (Uruguay)

 

OTRA DESPEDIDA...

 


OTRA DESPEDIDA…

 

 

Otra despedida, otra lejanía,

esta vez la de la pequeña sonrisa agigantada,

el legado de luces en la chispa de una pupila

al retroceder el tiempo en un latido.

 

Esta vez un nudo recorre el esplendor de otras mesas y otros repiqueteos,

la sombra de una manta tendida en el escollo de gratitud

el naipe frágil de perder la partida

y la mano imperiosa en aderezar viandas.

 

El momento desliza bajo la niebla amenizando sienes

en pos de próximos encuentros

enclavados en el deseo del brindis en burbujas de delirio.

La noche se hace larga,

el cielo se despista tras la bruma,

el fuego recoge las palabras alrededor,

otra edad asoma a la balconada de esta despedida,

otras prisas por permanecer en el plantel de abrazos encomiados,

atestiguando vidas entre líneas versátiles.

 

Gloria Gómez Candanedo

30 de diciembre de 2023

Cuadro de Claude Monet

jueves, 28 de diciembre de 2023

EL RUEGO

 


EL RUEGO

 

 

Señor, tú sabes cómo, con encendido brío,

por los seres extraños m palabra te invoca.

Vengo ahora a pedirte por uno que era mío,

mi vaso de frescura, el panal de mi boca.

 

Cal de mis huesos, dulce razón de la jornada,

gorjeo de mi oído, ceñidor de mi veste.

Me cuido hasta de aquellos en que no puse nada;

¡no tengo ojo torvo si te pido por éste!

 

Te digo que era bueno, te digo que tenía

el corazón entero a flor de pecho, que era

suave de índole, franco como la luz del día,

henchido de milagro como la primavera.

 

Me replicas, severo, que es de plegaria indigno

el que no untó de preces sus dos labios febriles,

y se fue aquella tarde sin esperar tu signo,

trizándose las suenes como vasos sutiles.

 

Pero yo, mi Señor, te arguyo que he tocado,

de la misma manera que el nardo de su frente,

todo su corazón dulce y atormentado

¡y tenía la seda del capullo naciente!

 

¿Qué fue cruel? Olvidas, Señor, que le quería,

Y él sabía suya la entraña que llegaba.

¿Qué enturbió para siempre mis linfas de alegría?

¡No importa! Tú comprende: ¡yo le amaba, le amaba!

 

Y amar (bien sabes de eso)es amargo ejercicio;

un mantener los párpados de lágrimas mojados,

un refrescar de besos las trenzas del cilicio

conservando, bajo ellas, los ojos extasiados.

 

El hierro que taladra tiene un gustoso frío,

cuando abre, cual gavillas, las carnes amorosas.

Y la cruz (Tú te acuerdas ¡oh Rey de los judíos!)

se lleva con blandura, como un gajo de rosas.

 

Aquí me estoy, Señor, con la cara caída

sobre el polvo, parlándote un crepúsculo entero, 

o todos los crepúsculos a que alcance la vida,

si tardas en decirme la palabra que espero.

 

Fatigaré tu oído de preces y sollozos,

lamiendo, lebrel tímido, los bordes de tu manto,

y ni pueden huirme tus ojos amorosos

ni esquivar tu pie el riego caliente de mi llanto.

 

¡Di el perdón, dilo al fin! Va a esparcir en el viento

la palabra el perfume de cien pomos de olores

al vaciarse; toda agua será deslumbramiento;

el yermo echará flor y el guijarro esplendores.

 

Se mojarán los ojos oscuros de las fueras,

y, comprendiendo, el monte que de piedra forjaste

llorará por los párpados blancos de sus neveras:

¡toda la tierra tuya sabrá que perdonaste!

 

Gabriela Mistral

Cuadro de Edgar Degas

 

MAS NO SUPIERON NUNCA...

 

MAS NO SUPIERON NUNCA…

 

 

Mas no supieron nunca

que nos amamos,

y la fuente que llora

solitaria en la sombra

nunca vio reflejarse nuestra dicha

en la dulzura inmóvil de sus ondas.

 

La galería sueña con sus viejos retratos

en marcos de oro, y con sus paisajes

de monterías invernales,

donde hay un dulce ciervo que brama porque un perro

hinca furiosamente los colmillos

en sus ijares espumosos,

pero la galería que duerme desde el tiempo

de aquellas cacerías en la Sierra

nunca supo que nos amamos.

 

El comedor se alumbra con los pámpanos

de la parra que escala los balcones.

Se perfuma en un hálito de fruteros repletos

de fresas, de manzanas y de peras,

y el viejo aparador de caoba se yergue

en la severidad de hace cien años,

mas nunca supo, envuelto en el vaho otoñal,

que nos amamos.

 

Subíamos riendo la escalera hasta llegar al palomar todo blanco.

El patio parecíanos entonces algo triste.

Los rayos en las vagas madreselvas

diríanse un enjambre de irritadas abejas.

El olor del invierno persistía

en los abandonados corredores.

 

La sombra de las hojas se movía en los muebles

enfundados del gran comedor solitario.

Bajo aquel cielo azul de primavera,

en aquel palomar completamente blanco,

solos, entre aleteos y arrullos de palomas,

desnudos y tendidos sobre el sol nos amamos.

 

Ricardo Molina

28 de diciembre de 1916

Puente Genil (Córdoba)

martes, 26 de diciembre de 2023

SANTA ELENA

 

SANTA ELENA

 

 

Hoy que celebra la Iglesia

el misterio sacrosanto,

cuando hallara santa Elena

aquel signo consagrado,

que es el terror del infierno

y consuelo del cristiano.

Salid a coged las flores

que nacen en nuestros prados,

tejed con ellas guirnaldas

y vestid al Cruz de ramos,

cantad con el avecilla

que hace su nido en el árbol,

load al que nos creó,

y murió por salvarnos.

Coged, cristianos, las flores

y vestid la Cruz de ramos

pues os las brinda la aurora

de esta mañana de mayo.

Aquel divino trofeo,

como pronóstico santo,

el invicto Constantino

miró en el cielo estampado,

y sana Elena llegó

a los lugares sagrados,

a descubrir el tesoro

que salvó al género humano,

y halló el lugar escondido

a dónde estaba encerrado

aquel diamante del cielo

perdido por tiempo tanto.

Cantad loores a la Cruz

salid por vegas y campos,

coged las flores más bellas

y vestid la Cruz de ramos,

pues os las brinda la aurora

de esta mañana de mayo.

 

Böhl de Faber, Cecilia (Fernán Caballero)  

24 de diciembre de 1796

Morges (Suiza)

viernes, 22 de diciembre de 2023

Felices fiestas


 

¡QUÉ GOCE TRISTE ÉSTE...!

 

¡QUÉ GOCE TRISTE ÉSTE…

 

 

¡Qué goce triste éste

de hacer todas las cosas como ella las hacía!

 

Se me torna celeste

la mano, me contagio de otra poesía.

 

Y las rosas de olor,

que pongo como ella las ponía,

exaltan su color;

y los bellos cojines,

que pongo como ella los ponía

florecen sus jardines;

y si pongo mi mano

-como ella la ponía-

en el negro piano,

surge como en un piano muy lejano,

más honda la diaria melodía.

 

¡Qué goce triste este

de hacer todas las cosas como ella las hacía!

 

Me inclino a los cristales del balcón,

con un gesto de ella,

y parece que el pobre corazón

no está tan sólo. Miro

al jardín de la tarde, como ella,

y el suspiro

y la estrella

se funden en romántica armonía.

 

¡Qué goce triste este

de hacer todas las cosas como ellas las hacía!

 

Dolorido y con flores,

voy, como un héroe de poesía mía,

por los desiertos corredores

que despertara ella con su blando paso,

y mis pies son de raso

-¡oh, ausencia hueca y fría!-

y mis pisadas dejan resplandores.

 

¡Qué goce triste este

de hacer todas las cosas como ella las hacía!

 

Juan Ramón Jiménez

23 de diciembre de 1881

Moguer (Huelva)

jueves, 21 de diciembre de 2023

HOJAS SECAS

 

 

HOJAS SECAS

 

 

¡En vano fue buscar otro amores!

¡En vano fue correr tras los placeres,

que es el placer un áspid entre flores,

y son copos de nieve las mujeres!

 

Entre mi alma y las sombras del olvido

existe el valladar de su memoria:

que nunca olvida el pájaro su nido

ni los esclavos del amor su historia.

 

Con otras ilusiones engañarme

quise, y entre perfumes adormirme.

¡Y vino el desengaño a despertarme,

y vino su memoria para herirme!

 

¡Ay, mi pobre alma, cuál te destrozaron

y con cuánta inclemencia te vendieron!

Tú quisiste amar ¡y te mataron!

Tú quisiste ser buena ¡y te perdieron!

 

¡Tanto amor, y después olvido tanto!

¡Tanta esperanza convertida en humo!

Con razón en el fuego de mi llanto

como nieve a la lumbre me consumo.

 

¡Cómo olvidarla, si es la vida mía!

¡Cómo olvidarla, si por ella muero!

¡Si es mi existencia lúgubre agonía,

y con todo mi espíritu la quiero!

 

En holocausto dila mi existencia,

la di un amor purísimo y eterno,

y ella en cambio, manchando mi conciencia,

en pago del edén, diome el infierno.

 

¡Y mientras más me olvida, más la adoro!

¡Y mientras más me hiere, más la miro!

¡Y allá dentro del alma siempre lloro,

y allá dentro del alma siempre expiro!

 

El eterno llorar: tal es mi suerte;

nací para sufrir y para amarla.

¡Sólo el hacha cortante de la muerte

podrá de mis recuerdos arrancarla!

 

Manuel Gutiérrez Nájera

22 de diciembre de 1859

Ciudad de México (México)

 

 

 

lunes, 18 de diciembre de 2023

DULCE AMOR

 


DULCE AMOR

 

 

Las cosas suceden así,

sencillamente:

 

Vuelven del trabajo

con sabor de cal viva entre los dientes,

la esposa les contempla con costumbre.

-¿Quién dice amor, si la palabra estalla?-.

 

Y cogen del pan,

como si fuera barro y arena,

un puñado tan sólo.

(Es pan de pobres, desalado y negro

y triste como el silencio de la casa toda.)

 

Y se marchan.

 

(La esposa les oye cerrar la puerta,

pero no dice nada. ¡Está tan cansada!

Prefiere aquella fría soledad

con olor de abandono.

 

Pudiera recordar su juventud y dormir,

pero ¿quién sueña o duerme?

Los pobres no recuerdan;

mueren como las piedras roídas de las murallas.

 

Ellos, en tanto, beben

un agrio vino con sabor de azufre;

y si ríen y gritan y golpean,

es porque ¡Dios, qué vida!-

da rabia beber sin alegría.

 

Acaso entonces lleguen hombres

de esos que velan por la paz de las familias,

y les hablen del dulce amor de las esposas

y del descanso junto al fuego,

escuchando, por la radio, una dulce canción,

mientras los niños buscan en el atlas

países coronados de yedras o corales…

 

Si esto sucede, gritan con más fuerza

y beben más vino agrio con sabor de azufre,

hasta que ya no saben dónde tienen los ojos,

ni por qué les duele el corazón.

 

Les arrojan con prisa.

La calle es larga, y en el firmamento

las estrellas relucen.

 

Regresan a la casa -¡oh, dulce hogar!- llorando.

La esposa les contempla con costumbre.

-¿Quién dice amor, si la palabra estalla?-.

 

 

Crémer, Victoriano

18 de diciembre de 1907

Burgos

DESPEDIDA AL PIANO

 


DESPEDIDA AL PIANO

 

 

Tristes los ojos, pálido el semblante,

de opaca luz al resplandor incierto,

una joven con paso vacilante

su sombra traza en el salón incierto.

 

Se siente al piano: su mirada grave

fija en el lago de marfil que un día

aguardó el beso de su mano suave

para rizarse en olas de armonía.

 

Agitada, febril, con insistencia

evoca al borde del teclado mismo,

a las hadas que en rítmica cadencia

se alzaron otra vez desde el abismo.

 

Ya de Mozart divino ensaya el estro,

de Palestrina el numen religioso,

de Weber triste el suspirar siniestro

y de Schubert el canto melodioso.

 

-¡Es vano! –exclamó la joven bella,

y apagó en el teclado repentino

su último son, porque sabía ella

que era inútil luchar contra el destino.

 

-Adiós –le dice-, eterno confidente

de mis sueños de amor que el tiempo agota,

tú que guardabas en mi edad riente

para cada ilusión alguna nota;

 

hoy mudo estás cuando tu amiga llega,

y al ver mi triste corazón herido,

no puedes darme lo que Dios me niega:

¡la nota del amor o del olvido!

 

Salvador Díaz Mirón

14 de diciembre de 1853

Veracruz (México)

sábado, 16 de diciembre de 2023

RETORNOS DEL AMOR EN LOS VIVIDOS PAISAJES

 

 


RETORNOS DEL AMOR EN LOS VIVIDOS PAISAJES

 

Creemos, amor mío, que aquellos paisajes

se quedaron dormidos o muertos con nosotros

en la edad, en el día en que los habitamos;

que los árboles pierden la memoria

y las noches se van, dando al olvido

lo que las hizo hermosas y tal vez inmortales.

 

Pero basta el más leve palpitar de una hoja,

una estrella borrada que respira de pronto

para vernos los mismos alegres que llenamos

los lugares que juntos no s tuvieron.

Y así despiertas hoy, mi amor, a mi costado,

entre los groselleros y las fresas ocultas

al amparo del firme corazón de los bosques.

Allí está la caricia mojada de rocío,

las briznas delicadas que refrescan tu lecho,

los silfos encantados de ornar tu cabellera

y las altas ardillas misteriosas que llueven

sobre tu sueño el verde menudo de las ramas.

 

Sé feliz, hoja, siempre: nunca tengas otoño,

hoja que me has traído

con tu temblor pequeño

el aroma de tanta ciega edad luminosa.

Y tú, mínima estrella perdida que me abres

las íntimas ventanas de mis noches más jóvenes,

nunca cierres tu lumbre

sobre tantas alcobas que al alba nos durmieron

y aquella biblioteca con la luna

y los libros aquellos dulcemente caídos

y los montes afuera desvelados cantándonos.

 

Rafael Alberti

16 de diciembre de 1902

Puerto de Santa María (Cádiz)

miércoles, 13 de diciembre de 2023

ELEGÍA INTERIOR

 

ELEGÍA INTERIOR

Qué viento, de repente,

ha secado tu alma?

 

Oh, si pudiéramos

hundir las manos en el fondo del tiempo.

Y traerlas colmadas

de las emociones antiguas!

Si pudiéramos, de nuevo,

leer las páginas que hemos dejado atrás

en las estanterías del pasado

entre el polvo de nuestra vida.

Minutos! Estampas inefables

que colgamos en nuestra galería

interior: galería encantada

donde había una brisa

que abría de repente las ventanas

a un eco de canciones

y de besos…

quien ha cerrado nuestra galería?

Quién puso luto al sol?

Quién ha cerrado el libro

de nuestros madrigales?

Qué te ha dejado fría?

Qué viento, de repente

ha secado tu alma que no la encuentro?

El tiempo

sigue apagando lámparas

alma loca, alma mía.

 

Lucía Sánchez Saornil

13 de diciembre de 1895

Madrid

 

EL MARIDO VERDUGO

 


EL MARIDO VERDUGO

 

 

¿Teméis de ésa que puebla las Montañas

turba de brutos fiera el desenfreno?...

¡más feroces dañinas alimañas

la madre sociedad nutre en su seno!

 

Bullen, de humanas formas revestidos,

torpes vivientes entre humanos seres,

que ceban el placer de sus sentidos

en el llanto infeliz de las mujeres.

 

No allá a las lides de su patria fueron

a exhalar de su ardor la inmensa llama;

nunca enemiga lanza acometieron,

que otra es la lid que su valor inflama.

 

Nunca el verdugo de inocente esposa

con noble lauro coronó su frente:

¡Ella os dirá temblando y congojosa

las gloriosas hazañas del valiente!

 

Ella os dirá que a veces siente el cuello

por sus manos de bronce atarazado,

y a veces el finísimo cabello

por las garras del héroe arrebatado.

 

Que a veces sobre el seno transparente

cárdenas huellas de sus dedos halla;

que a veces brotan de su blanca frente

sangre las venas que su esposo estalla.

 

¡Y que ¡ay! del tierno corazón llagado

más sangre, más dolor la herida brota,

que el delicado seno macerado,

y que la vena de sus sienes rota!

 

Así hermosura y juventud al lado

pierde de su verdugo; así envejece: --

así lirio suave y delicado

junto al áspero cardo arraiga y crece.

 

Y así en humanas formas escondidos,

cual bajo el agua del arroyo el cieno,

torpes vivientes al amor uncidos

la madre sociedad nutre en su seno.

 

Carolina Coronado

12 de diciembre de 1920

Almendralejo – Badajoz

lunes, 11 de diciembre de 2023

OTOÑO VETEADO

 

OTOÑO VETEADO

 

Llegó con toda su fuerza,

este misterio infunde admiración,

asombro,

a la perpetuidad sostenida en el legajo de altas torres en deriva,

a las campanas sordas de un día abandonado

en el enigma de una carta.

 

Llegó sin previo aviso,

toma el primer tren de vuelta a lo unísono de la tarde,

perpleja lo angosto acaecido en el paso de lustros,

rasga la similitud de otra era en el quicio de esta llegada

y transforma la opacidad en el seno a contraponer

un simple alegato encomiado a la necedad milenaria.

 

La bruma acecha la mañana,

el deshielo amenaza con invadir la torrentera de turbio amanecer,

te sorprende el destino vestido de incertidumbre

cuando ya casi alcanzabas los últimos peldaños.

 

Hay temor al beneplácito obtenido,

hay cieno arropando lechos olvidados,

hay premura en clamar la nueva aventura

y el deseo descortés fluye entre gigantes

al refugio de lo clandestino sin oprimir.

 

Hay vetas de regenero entre el arrojo,

hay vetas que complacen sueños en la cadena de decisiones,

como sufragio a la ponderación de palabras

en el desierto de nuestra espalda

a contracorriente del paso en épocas claudicadas

en hojas de cartón. 

Hay deshechos confusos en el desván de los rencores,

atavían viejos enseres de añoranza

al mirar el envés del calendario,

profanan delirios acosando la almohada

haciendo tambalear senderos trazados en la travesía.

 

El otoño llega con toda su fuerza,

rememora los clamores y jadeos olvidados

en el desván de los rencores,

oprime el pecho en el zaguán de salida,

desoyendo la símil deserción de angosta cortesía.

 

Palabras ciegas absorben destinos,

mas un temblor fortalece la osadía

al contemplar el faro de reencuentro,

en la firmeza de una impecable hazaña.

 

 

domingo, 10 de diciembre de 2023

POEMA 128

 


 

POEMA 128

 

 

Dame el ocaso en una copa,

enumérame los frascos de la mañana

y dime cuánto hay de rocío,

dime cuán lejos la mañana salta

dime a qué hora duerme el tejedor

que tejió el espacio azul.

 

Escríbeme cuántas notas habrá

en el nuevo éxtasis del tordo

entre asombradas ramas

-cuántos caminos recorre la tortuga-

cuántas copas la abeja comparte,

disoluta del rocío.

 

También, ¿quién puso la base del arco iris,

también, quién guía las esferas dóciles

por juncos de azul flexible?

¿Qué dedos atan las estalactitas-

quién cuenta la plata de la noche

para saber si nadie está en deuda?

 

¿Quién edificó esta casita albana

y cerró herméticamente las ventanas

que mi espíritu no puede ver?

¿Quién me dejará salir un día de gala

con implementos de vuelo,

fugaz pomposidad?

 

Emily Elizabeth Dickinson

10 de diciembre de 1830

Amherst (EE UU)

sábado, 9 de diciembre de 2023

TODO SEA POR EL AMOR



TODO SEA POR EL AMOR

 

 

Tantas cosas he hecho por vos

que tengo que cuidar

que su recuento no te suene a reclamo;

porque todo ha sido hecho en virtud del amor

y los relámpagos y ciclones que solté

de la caja de Pandora

que un día me pusiste en las manos

si es verdad que han dolido,

que muchas veces me han arrancado piel de la raíz

y me han hecho buscarme el corazón

con miedo a no encontrar su pasito de soldado,

han sido mi propia, soberana decisión

mi perdición, mi gozo,

por los que me he conocido más mujer

capaz de escaladas, acrobacias,

tenacidad de burra retentada,

por los que he recorrido sendas ignotas,

marcadas por el olor tan cercano de la felicidad

y te he buscado detrás de gestos y puertas

y hasta de la manera de abandonar tu ropa

y cuando te he encontrado

me he abierto de par en par

como jaula repleta de ruiseñores

y he sabido también cómo se siente

tener un astro deslumbrante en las entrañas.

No quiero pues, equivocarme con reclamos;

me hago responsable del sol y de la sombra,

pero, ay amor, cómo me duele

que estando yo en tu espacio

como estrella errabunda

fieramente colgada por vos en tu Universo,

no me hayás descubierto el resplandor,

no me hayás habitado,

tomado posesión de mi luz

y sólo te hayás atrevido

a palparme

--como un ciego—

en la oscuridad.

 

Gioconda Belli

9 de diciembre de 1948

Managua (Nicaragua)