OTOÑO VETEADO
Llegó con toda su fuerza,
este misterio infunde
admiración,
asombro,
a la perpetuidad sostenida en
el legajo de altas torres en deriva,
a las campanas sordas de un
día abandonado
en el enigma de una carta.
Llegó sin previo aviso,
toma el primer tren de vuelta
a lo unísono de la tarde,
perpleja lo angosto acaecido
en el paso de lustros,
rasga la similitud de otra era
en el quicio de esta llegada
y transforma la opacidad en el
seno a contraponer
un simple alegato encomiado a la
necedad milenaria.
La bruma acecha la mañana,
el deshielo amenaza con
invadir la torrentera de turbio amanecer,
te sorprende el destino
vestido de incertidumbre
cuando ya casi alcanzabas los
últimos peldaños.
Hay temor al beneplácito
obtenido,
hay cieno arropando lechos
olvidados,
hay premura en clamar la nueva
aventura
y el deseo descortés fluye
entre gigantes
al refugio de lo clandestino
sin oprimir.
Hay vetas de regenero entre el
arrojo,
hay vetas que complacen sueños
en la cadena de decisiones,
como sufragio a la ponderación
de palabras
en el desierto de nuestra
espalda
a contracorriente del paso en
épocas claudicadas
en hojas de cartón.
Hay deshechos confusos en el
desván de los rencores,
atavían viejos enseres de
añoranza
al mirar el envés del
calendario,
profanan delirios acosando la
almohada
haciendo tambalear senderos
trazados en la travesía.
El otoño llega con toda su
fuerza,
rememora los clamores y jadeos
olvidados
en el desván de los rencores,
oprime el pecho en el zaguán
de salida,
desoyendo la símil deserción
de angosta cortesía.
Palabras ciegas absorben
destinos,
mas un temblor fortalece la
osadía
al contemplar el faro de
reencuentro,
en la firmeza de una impecable
hazaña.
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