viernes, 1 de diciembre de 2023

LAS ASESINADAS

 


LAS ASESINADAS

 

 

El pequeño pie de la mujer

sobresale bajo la sábana,

bonito el pie, delicado.

De seguro le gustaría andar con las uñas pintadas

calzar altos zapatos elegantes.

El otro pie todavía conserva

la sandalia de diario, del trabajo.

 

No es difícil imaginarla contenta y dicharachera

vendiendo naranjas o verduras en el mercado

--¿qué va a querer, doñita?, le doy buen precio—

hablando con la vecina del tramo

mientras se sopla con el trapo

porque hace calor.

Es de las que llegan a la casa y siéntanla hijo a hacer las tareas

--estudia muchacho, si no nunca vas a ser nadie—

y lava y plancha

y ya cuando el hijo duerme

mientras ve las noticias en el pequeño televisor

frente a la cama,

saca la lima, la acetona, se quita la pintura vieja de las uñas

y se las pinta con cuidado en lo que pasan los anuncios.

 

Al día siguiente,

el esposo, el amado o el descartado

llegará con los celos, la pendencia, el orgullo;

será el grito, el manotazo,

la matará hundiéndole un cuchillo en el pecho.

Todavía incrédula, ella caerá al suelo de espaldas.

 

En la foto del periódico

nosotros veremos el pie delicado

asomar bajo la sábana que tapa su cadáver.

Veremos el otro pie todavía con la sandalia puesta.

Pies tristes. Ya sin dueña que les pinte las uñas.

 

Pies tristes. A diario.

Contando la misma historia.

 

Gioconda Belli

Cuadro: "La soledad" de Edvard Munch

 

 

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