VOLVER, NO
No
quiero volver a la tierra
donde
tuve cuchilla y duelo.
Cuando
en mis sueños hago camino
y
allá me llevan, yo me devuelvo.
Ya
viví en ella, ya la supe,
ya
le quebré con la mano
la
ama helada, el fruto seco.
No
quiero volver a cruzarla
sola
y con rostro dado e indefenso
la
calma ni la borrasca,
las
salinas ni espacios hueros.
Sus
esponjas de mar y su niebla
para
mi memoria deseo.
No
me sirven para ella,
no
me valen si yo vuelvo,
el
cuerpo por diferente,
el
amor por extranjero.
Dios
da tierra, la da entera
y
ancha como el estremecimiento.
No
quiero ir donde dicen
en
vano el Padrenuestro.
Las
casas son muchas, pocas las puertas,
la
troje grande, las manos angostas.
Una
diviso y otra hace señas
y
otra acostada va en el pecho.
No
quiero ir donde me acuerde
y
llore sangre mi cuerpo
y
sea paja el mundo desabrido
como
las motas del desierto,
y
mi pobre alma solo sea
orfandad,
desvalimiento.
No
quiero, no, la aya huera,
el
aire sin voces y el Cristo muerto.
Quede
atrás; vayan los otros,
árabe,
curdo, samoyedo,
y
no tengan una noche de sed
ni
jornada con hambre y desaliento
y
les vele Jesús en los umbrales,
la
sangre, el candil y el lecho.
Gabriela
Mistral
Cuadro: "Yo y la aldea" de Marc Chagall
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