UN DÍA TOMÉ ENTRE
MIS MANOS…
Un
día tomé entre mis manos
tu
rostro. sobre él caía la luna.
El
más increíble de los objetos
sumergido
bajo el llanto.
Como
algo solícito, que existe en silencio,
tenía
que durar casi como una cosa,
y
con todo nada había en la fría noche
que
más infinitamente se me escapara.
Oh,
porque desembocamos en estos lugares,
se
apresuran hacia la pequeña superficie
todas
las ondas de nuestro corazón,
voluptuosidad
y desfallecimiento,
y
a fin, ¿a quién ofrecemos todo esto?
Ay,
al extraño, que nos ha malentendido,
ay,
a aquel otro, que nunca hemos encontrado,
a
aquellos siervos, que nos han maniatado,
a
los vientos de primavera, que se han desvanecido,
ya
la quietud, la perdedora.
Rainer
María Rilke
4
de diciembre de 1875
Raroña
Valais (Suiza)
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