¡QUÉ GOCE TRISTE ÉSTE…
¡Qué goce triste éste
de hacer todas las cosas
como ella las hacía!
Se me torna celeste
la mano, me contagio de
otra poesía.
Y las rosas de olor,
que pongo como ella las
ponía,
exaltan su color;
y los bellos cojines,
que pongo como ella los
ponía
florecen sus jardines;
y si pongo mi mano
-como ella la ponía-
en el negro piano,
surge como en un piano muy
lejano,
más honda la diaria
melodía.
¡Qué goce triste este
de hacer todas las cosas
como ella las hacía!
Me inclino a los cristales
del balcón,
con un gesto de ella,
y parece que el pobre
corazón
no está tan sólo. Miro
al jardín de la tarde,
como ella,
y el suspiro
y la estrella
se funden en romántica
armonía.
¡Qué goce triste este
de hacer todas las cosas
como ellas las hacía!
Dolorido y con flores,
voy, como un héroe de
poesía mía,
por los desiertos
corredores
que despertara ella con su
blando paso,
y mis pies son de raso
-¡oh, ausencia hueca y
fría!-
y mis pisadas dejan resplandores.
¡Qué goce triste este
de hacer todas las cosas
como ella las hacía!
Juan Ramón Jiménez
23 de diciembre de 1881
Moguer (Huelva)
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