CANCIÓN DE LA VIUDA ENAMORADA
Ay, ya sé, no deberla
reconocer
que tiemblo cuando su mano
me toca.
Ay, qué me ha sucedido
que rezo para que me
seduzca.
¡Ay, ni cien caballos me
arrastrarían al pecado!
¡Si al menos no me
apeteciese tanto!
Si me resisto tanto al
amor
sólo me he resistido
realmente en el fondo
porque sé que si estuviera
ante él en camisón
me dejaría hasta sin
camisa.
¡Como que le van a
importar a él mis reproches!
¡Si al menos no me
apeteciese tanto!
Dudo que valga tanto como
yo
y que para él sea amor de
verdad.
Cuando todos mis ahorros
se hayan gastado,
¿tirará el cacharro a la
basura?
¡Ay, ya sé por qué le
opuse tanta resistencia!
¡Si al menos no me
apeteciese tanto!
Si tuviera dos dedos de
sentido
nunca le habría concedido
lo que por desgracia me pidió,
sino que le habría pegado
una paliza
en cuanto se me acercó
demasiado, como hizo.
¡Ay, ojalá se fuera al
infierno!
(¡Si al menos no me
apeteciese tanto!)
Bertolt Brecht
10 de febrero de 1898
Augsburgo – Alemania
No hay comentarios:
Publicar un comentario
poesia