NOSTALGIA
Se anuda en la garganta
conteniendo la palabra en agua,
se adueña del latido en una
noche de paño en verso,
deambula entre los enseres de
efigies noctámbulas,
lienzos en azul de terciopelo
y corcheas de rasgo inverosímil,
sosteniendo el deseo,
afluente del pulso en luces de
neón.
Tiemblo al rememorar sutiles
empaques de estantería,
al sentir la carcajada pueril
en los ojos de la fotografía,
el desconchado de un juguete
olvidado en la caja de cartón,
la ausencia en la medianoche
al tañer las campanas
y el hueco en la mesa tantas
veces cantando las cuarenta.
Refugio en mi pecho
sonoridades de barrio,
las brumas al llegar a la
estación yerma volviendo al origen,
acercando la simiente de
costado,
las voces sublimes con la onda
de tus lisonjas,
al enlazar aromas del norte
con maderas del Sil.
Desde la distancia aplomo la
huella de tus cañadas,
reverbero la pureza de
bosquejos a la aglutinación de las calles,
luces en la ciudad
reconvierten el barbecho en ciclamen
mientras siento el pulso de
revertir a la nota de una copla
o el crepitar de ascuas en
noches de escarcha plateada.
Nostalgia la que acuña el
mirar,
el sentir cerca y a la vez
lejos aquellas tonadillas
o estos estribillos a flor de
piel,
al emitir una nota de esa
tabla de juego
o el aroma a hollín tras la
niebla depositada en el gabán de vuelta.
Lo tenue de una palabra sin
escribir,
el baile embrujado en el
primer beso,
aquella noche, aquel verano
entre polvo y estrellas,
retratado en la piel curtida en
un crujir de afanosa arrogancia.
Nostalgia de un tiempo
embozado en el mirar cristalino de la juventud,
una simpleza en el perfil de
una faz en el laberinto de una decisión,
un paso adelante, un paso
trastabillado al decorar la simiente de una tarde,
un paso que quisiera borrar al
extender sobre el tapiz el vértigo de la desolación.
Esa añoranza de otra época, en
otro lugar, en otra ciudad,
a la que no volver sería
permanecer en el tiempo, el ímpetu
y la causa a recibir
madrugadas de verso en arrojo de urdimbre lisonjera.
Ah! la nostalgia, acude al
arropo sobre la piel
al estremecer un hálito de
osadía cada vez que el perfume
desliza en el crepúsculo de un
día de mayo,
cada vez que la sien retumba
un amanecer en la penumbra del deseo
o cada vez que un grito asola
el porte de una marcha
a la llaneza frugal
contorneada en el roce de unos labios.
19 de diciembre de 2023
Gloria Gómez Candanedo
Cuadro de Edouard Manet
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