lunes, 29 de abril de 2024

MUCHO MÁS ALLÁ

 


MUCHO MÁS ALLÁ

 

 

¿Y si nos vamos anticipando

de sonrisa en sonrisa

hasta la última esperanza?

 

¿Y qué?

¿Y qué me das a mí,

a mí que he perdido mi nombre,

el nombre que me era dulce sustancia

en épocas remotas, cuando yo no era yo

sino una niña engañada por su sangre?

 

¿A qué, a qué

este deshacerme, este desangrarme,

este desplumarme, este desequilibrarme

si mi realidad retrocede

como empujada por una ametralladora

y de pronto se lanza a correr,

aunque igual la alcanzan,

hasta que cae a mis pies como un ave muerta?

Quisiera hablar de la vida.

Pues esto es la vida,

este aullido, este clavarse las uñas

en el pecho, este arrancarse

la cabellera a puñados, este escupirse

a los propios ojos, sólo por decir:

sólo por ver si se puede decir:

“¿es que yo soy? ¿verdad que sí?

¿no es verdad que yo existo

y no soy la pesadilla de una bestia?”.

 

Y con las manos embarradas

golpeamos a las puertas del amor.

Y con la conciencia cubierta

de sucios y hermosos velos,

pedimos por Dios.

Y con las sienes restallantes

de imbécil soberbia

tomamos de la cintura a la vida

y pateamos de soslayo a la muerte.

 

Pues esto es lo que hacemos.

Nos anticipamos de sonrisa en sonrisa

hasta la última esperanza.

 

Pizarnik, Alejandra

29 de abril de 1936

Avellaneda (Argentina)

 

 

DEL TIEMPO LARGO

 


DEL TIEMPO LARGO

 

 

A veces, en raros

instantes, se abre, talud

real y enorme, el tiempo

transcurrido.

                        Y no es entonces

breve el tiempo. Como el pájaro

al elevarse abarca con sus alas

un diminuto pueblo o costerío,

la inmensidad de lo vivido arrecia,

y se mira remoto el ayer próximo,

en que el pico ávido bajaba

en busca de alimento.

                         ¡Qué eternidad

de soles ya vividos! ¡Y qué completa

ausencia de nostalgia! Para crecer

se vive. Para nacer de nuevo

y rehacer la mala copia original.

Para crecer, se sufre. No se quiere

volver atrás, ni tan siquiera al tiempo

rumoreante de la juventud.

                      Que no para que el rostro

luzca lozano y terso se ha vivido.

No para atraer por siempre con el fuego

de la mirada, no con el alma en vilo,

por siempre se ha de estar.

                         De cierto modo

la juventud es también como una cierta

decrepitud: un ser informe,

larva, debatíase, qué peligrosamente

amenazado. Se vivió, se salió,

quién sabe cómo, del hueco,

de la trampa:

                          valió el otro

del bosque de la vida, el pleno encanto

de los claros del sol entre lo umbrío

para pagar su precio: lo tanto

costó poco; poco el sufrir inmenso

para es dádiva: al rostro

orne la arruga como el pecho la cinta coloreada

de un guerrero

o como al niño la medalla premia

por la humilde labor.

                              Como el avaro

el peso de un tesoro, encorva

la espalda anciana el peso

del vivir.

                              Mas, ya, arriba,

a la salida, ya, se mira

hacia atrás sonriendo, renacido,

como agrietada cáscara el polluelo,

ya se van desligando las amarras,

del extraño navío, y como novio trémulo

locamente lo incierto hace señales.

 

costó dolor, muerte costó, la vida.

Y al tiempo, breve o largo, siempre corto,

como el relámpago del amor, se le mira

ya sin recelo ni amargura

como a las heridas de la mano, en el arduo

aprender de su oficio,

contempla el aprendiz.

 

Bella es toda partida.

 

Fina García Marruz

28 de abril de 1923

La Habana (Cuba)

 

 

sábado, 27 de abril de 2024

OLOR DE AMOR

 


OLOR DE AMOR

 

 

Hueles de una manera diferente.

Amar es una forma de olor. El cuerpo impone

su presencia de aroma que subleva

esa selva, ese bosque

que somos.

No te veo.

No llego a tu contacto. Llegan flores

raras, deshechas invisibles.

Certidumbre de ti en medio de la noche.

 

Un salvaje rosal es tu olor. Una

paloma es, y su vuelo recorre

hasta mí el aire. Una

profunda cabellera esparcida en el borde

de mi memoria.

 

Tu enredado aroma

entre mis dedos algo tuyo esconde.

Hasta mi llegas cada día hecha

olor enmarañado de azucenas y áloes.

 

Trasminas existencias. Te declaras

realidad amorosa que responde

a mi busca. Llamada

que su contestación en mi recoge.

 

Rastro exhalado, huella

reconocible, evanescente torre

de olorosa verdad. Humano aroma

de mujer junto al hombre.

 

Amar es una forma de olor. Llegas

fragante. Llego. Nos acoge

la onda que huele a vida enamorada,

a claveles que en dos bocas se rompen.

 

Carlos Edmundo de Ory

27 de abril de 1923 

Cádiz

 

CRISTALES EMPAÑADOS

 


CRISTALES EMPAÑADOS

 

 

Se fue, no tan despacio que no hubiera

un desajuste tenue en la calima

del asfalto, y su falda

parecía más triste en el andar y hubo

como una duda, o tal vez no, y la acera

se fue estrechando al alejarse y, luego,

pareció, quizás fuera

se delgadez, sus hombros, que no iba,

que volvía a la infancia, y en la calle

apenas cabía el sol y mi mirada

y una música urbana que, tan joven,

surgió de un bar con soledad y miedo.

¿Te veías tú, acaso, dime, como

si te pudieras ver, de espaldas, sola,

pegada a la pared, andando, yéndote?

 

Me fui. Recuerdo que el vacío

aquél era ya parte

de mí. Porque me estuve yendo

todo el tiempo que, arriba, la buhardilla,

cama deshecha, sábanas con restos

de calor, vasos, deja

ya de fumar, me estuve

dejando ir en no querer ser pasto

de ciudad, y las calles

y el ruido estaba en mí y tus ojos, habla,

¿por qué te vas? , estaban

alrededor de mí; ser pasto

de ventanas cerradas, un quejido

o una sirena a media noche, esquinas

donde comprar la nada, el estallido

de la nada, acompáñame, me estuve

yendo de mí todo aquel tiempo tan hermoso.

 

Se fue y era de noche

en torno a su cintura y sus vaqueros

gastados. La bufanda, con su historia

ella también, entretejida, daba

una vuelta a la tibia

cadencia de su cuello y la seguía

a través de la lluvia y algún perro

y la insolente luz de los semáforos

poniendo en orden el desierto y, lejos,

la otra oscuridad, la que está hecha

de violencia y portales y mugrientas

escaleras.

 

Me fui de tanta prisa

por conocer, de tanto estar conmigo,

de tanta juventud, frío empañando

los cristales, de tanto amor, la estufa,

libros y discos en desorden, altas

madrugadas del beso, tus preguntas,

café para el cansancio, las paredes,

tu pelo, el desconcierto de estar vivo.

 

Toda esta vida me sostiene ahora.

Todo este tiempo aquél que es lo que tengo,

lo único que tengo. Tanto irse,

tanto perder, tal desapego,

tanta sinceridad, tan armoniosa

desventura, tan sabio desvarío,

tal desesperación, tanta belleza.

 

Rafael Guillén

27 de abril de 1933

Granada

 

viernes, 26 de abril de 2024

TRIUNFO DEL AMOR

 


TRIUNFO DEL AMOR

 

 

Brilla la luna entre el viento de otoño,

en el cielo luciendo como un dolor largamente sufrido.

Pero no será, no, el poeta quien diga

los móviles ocultos, indescifrable signo

de un cielo líquido de ardiente fuego que anegara las almas,

si las almas supieran su destino en la tierra.

 

La luna como una mano,

reparte con la injusticia que la belleza usa,

sus dones sobre el mundo.

Miro unos rostros pálidos.

Miro rostros amados.

No seré yo quien bese ese dolor que en cada rostro asoma.

Sólo la luna puede cerrar, besando,

unos párpados dulces fatigados de vida.

Unos labios lucientes, labios de luna pálida,

labios hermanos para los tristes hombres,

son un signo de amor en la vida vacía,

son el cóncavo espacio donde el hombre respira

mientras vuela en la tierra ciegamente girando.

El signo del amor, a veces en los rostros queridos

es sólo la blancura brillante,

la rasgada blancura de unos dientes riendo.

Entonces sí que arriba palidece la luna,

los luceros se extinguen

y hay un eco lejano, resplandor en oriente,

yago clamor de soles por irrumpir pugnando.

¡Qué dicha alegre entonces cuando la risa fulge!

Cuando un cuerpo adorado;

erguido en su desnudo, brilla como la piedra,

como la dura piedra que los besos encienden.

Mirad la boca. Arriba relámpagos diurnos

cruzan un rostro bello, un cielo en que los ojos

no son sombra, pestañas, rumorosos engaños,

sino brisa de un aire que recorre mi cuerpo

como un eco de juncos espigados cantando

contra las aguas vivas, azuladas de besos.

 

El puro corazón adorado, la verdad de la vida,

la certeza presente de un amor irradiante,

su luz sobre los ríos, su desnudo mojado,

todo vive, pervive, sobrevive y asciende

como un ascua luciente de deseo en los cielos.

 

Es sólo ya el desnudo. Es la risa en los dientes.

Es la luz o su gema fulgurante: los labios.

Es el agua que besa unos pies adorados,

como un misterio oculto a la noche vencida.

 

¡Ah maravilla lúcida de estrechar en los brazos

un desnudo fragante, ceñido de los bosques!

¡Ah soledad del mundo bajo los pies girando,

ciegamente buscando su destino de besos!

Yo sé quien ama y vive, quien muere y gira y vuela.

Sé que lunas se extinguen, renacen, viven, lloran.

Sé que dos cuerpos aman, dos almas se confunden.

 

 Aleixandre, Vicente

26 de abril de 1898

Sevilla

jueves, 25 de abril de 2024

OSCUROS

 


OSCUROS

 

Oscuros,

en la desierta noche por la sombra,

habíamos llegado hasta el umbral.

 

La mujer era un haz de súbitas serpientes

que arrebataba el dios.

 

Oh virgen, dime dónde

está en el corazón del anegado bosque

el muérdago.

Volaron las palomas

a la rama dorada.

 

Habíamos llegado hasta el umbral

(de mares calcinados, del infinito ciclo

de la destrucción).

 

Aquí desnudo estoy,

ante el espasmo poderoso del dios.

 

Aquí está el límite.

Ya nunca,

oscuros por la sombra bajo la noche sola,

podríamos volver.

Pero no cedas, baja

al antro donde

se envuelve en sombras la verdad.

Y bebe,

de bruces, como animal herido, bebe su tiniebla,

al fin.

 

Valente, José Ángel

25 abril de 1929

Ourense

 

lunes, 22 de abril de 2024

ELLA ERA ITALIANA, YO MARINERO

 


ELLA ERA ITALIANA, YO MARINERO

 

 

Como  los ojos del Mediterráneo azul misterio

y la piel de olvido envejecido por el sol tardío

me regalaba, en sus visitas,

plantas de delicada floresta con fragancia de olivas.

 

Al despedirse, acariciando mi cuerpo como un dibujo,

dejaba en el aire una melodía:¿Te acordarás de mí?

 

¡Cómo no hacerlo! Con esos estambres y pistilos que

precisan mucha luz, poco sol y humedad de invernadero.

 

Esos pétalos te hablarán en mi ausencia

y, cuando alguien pregunte por su origen,

mentirás de soslayo como tú sabes.

 

Ella era italiana y cada mes viajaba desde Sicilia

con su ofrenda para mi tumba, si la besaba,

pagando así el secreto pacto de amor.

 

Yo cumplía, por mi bien,

y ella amaba mi cuerpo con la energía

de la minuta que dejaba en mi cartera al partir.

 

Esto guárdalo en un cofre de estaño y

en el próximo viaje renovamos la condena.

 

Al marchar dejaba en mis bolsillos la plusvalía del goce

con billetes de ida y vuelta,

postergando mi futura ejecución.

 

Yo me dedicaba al contrabando de artistas,

ella compraba mis guiones para sus películas

y nunca quiso que mi nombre figurase en los créditos.

 

Tú eres mi negro favorito.

Escribe y canta cuando no estoy,

susurra mi silueta cuando hagas el amor entre esas flores

y después dame el material escrito

de tus aventuras para los jóvenes actores que me rodean.

 

¡Insieme cambieremo il mondo!

Juntos, sí, y al son de su cadera en mi cintura

bailaba en el mirador de mi estancia sureña.

 

Yo navegaba cauto cada renglón

en los pergaminos nocturnos del temblor

y al regar las plantas de Mare Nostrum tarareaba:

¡Amore mío, oh amore mío!

 

 

Carlos Fernández del Ganso

Del libro: “El amanuense”

Cuadro: "Viento de banderas" de Carlos Fernández del Ganso

sábado, 20 de abril de 2024

BUSCO SIGO BUSCANDO

 

BUSCO SIGO BUSCANDO

 

 

Busco sigo buscando

entre las esperanzas.

Ato mi razón

descuelgo de ella

un sinsentido.

Te escribo

dejo pasar

entre las teclas de la máquina

los afectos más reprimidos.

 

Hoy estoy ágil

como una paloma entre los buitres

como una paloma decapitada por la paz.

 

Un ajetreo en mis entrañas anuncia

el espacio nocturno para mis ojos.

Fuera de mí volando a ras del cielo

desorbitados a punto de caer.

 

Bebo inmaculado licor

entre tus piernas de gacela perdida

de gacela abierta a los manantiales

de gacela estropeada por la ciudad.

 

Busco entre los recuerdos

una esperanza

y no encuentro recuerdos.

 

Escribir, también, contra mí mismo.

Tanta locura

tanta alegría en medio de tanta locura

más que tocar fondo

me elevo entre los astros

espuma de cielo

me dejo comer por el vacío.

 

Soy una de las últimas astillas

de la tierra

ya no puedo volver ni detenerme.

Hacerme fuego es mi destino

incendiar, también, el universo.

 

Fresas y fresnos marinos trópicos del deseo,

aleteo fugaz contra las olas y los vientos.

Me imagino sentado en una silla para siempre

ligando el mundo apasionado entre mis letras.

 

Páginas como gigantescas olas oceánicas.

Lento devenir entre las letras

como si fuera entre montañas y

valles de sol y ríos desolados

cortando las ciudades del amor.

 

Tejo una red de versos incalculables,

teja conmigo amablemente en el deseo

y deje que sus ojos se vuelen de sí.

Hágase universal

recorra el espacio celeste

en el poema

cielo y vértigo

para sus ojos desorbitados

y ahora puede decirle a su mujer:

Te escribo

ves

te escribo en las paredes

pongo tu nombre ciego

en las paredes.

Viajo con destreza

por tu piel

toco el Universo.

 

Miguel Oscar Menassa

Cuadro: "Hay que buscarlo" de Miguel O. Menassa

miércoles, 17 de abril de 2024

A MÍ LA POESIA ME LO PERMITE TODO

 


  


A mí la poesía me lo permite todo

y yo hago con ella lo que quiero.

A veces me dejo llevar y Ella

me envuelve en su torbellino

palabra contra palabra

un cuerpo a cuerpo

insostenible.

 

Vengo a quebrantar las ilusiones.

 

Entre mis brazos

ella no podrá amar a nadie

porque yo soy el que nació

para que ella no muriera.

 

Vértice de mi mismo

me sostengo en ella

para sostenerla

y ella en su libertad

sigue siendo conmigo

como cuando nos encontramos

la primera vez.

 

Anhelante de mí

deseosa de mí

joven

siempre joven a mi lado.

Desequilibrada

y hasta torpe

de tanta juventud

baila conmigo

por primer vez

la música

que bailarán

los siglos venideros.

 

Miguel Oscar Menassa

De: “La poesía y yo”

Cuadro: "A mí la poesía me lo permite todo" de Miguel O. Menassa

 

lunes, 15 de abril de 2024

CONVENTO DE LAS DUEÑAS

 

CONVENTO DE LAS DUEÑAS

 

A Federico Ordiñana

 

El oscuro silencio tallado sobre el tacto

golpea sin tocar la luz de esta materia,

de esta altura perdida persiguiendo

la eternidad donada a sus figuras.

 

Un sosiego perenne asciende hasta la música,

difumina los ecos sonoros del espacio

y pulsa, impele, domeña, geometriza

la mágica sorpresa del aire en surtidores.

 

Infiel al arbotante, a la jamba convexa,

al ritmo que la mano con claridad impone,

deja un aliento verde para llegar al sueño,

al éxtasis que crece desde la piedra enfuga.

 

Y queda un resplandor, una callada imagen,

un fragmento de tiempo que impreciso se ahonda

y nunca más se ha sido: se está siendo

porque en su dimensión la forma dura.

 

Jaime Siles

16 de abril de 1951

Valencia

 

 

domingo, 14 de abril de 2024

PALABRAS PARA JULIA


 

PALABRAS PARA JULIA

 

 

Tú no puedes volver atrás

porque la vida ya te empuja

como un aullido interminable.

 

Hija mía es mejor vivir

con la alegría de los hombres

que llorar ante un mundo ciego.

 

Te sentirás acorralada

te sentirás perdida o sola,

tal vez querrás no haber nacido.

 

Yo sé muy bien que te dirán

que la vida no tiene objeto,

que es un asunto desgraciado.

 

Entonces siempre acuérdate

de lo que un día yo escribí

pensando en ti como ahora pienso.

 

Un hombre solo, una mujer…

así tornados de uno

son como polvo, no son nada.

 

Pero cuando te hablo a ti,

cuando te escribo estas palabras,

pienso también en otros hombres.

 

Tu destino está en los demás,

tu futuro es tu propia vida,

tu dignidad es la de todos.

 

Otros esperan que resistas

que les ayude tu alegría

tu canción entre las canciones.

 

Entonces siempre acuérdate

de lo que un día yo escribí

pensando en ti como ahora pienso.

 

Nunca te entregues ni te apartes

junto al camino nunca digas

no puedo más y aquí me quedo.

 

La vida es bella, tú verás

como a pesar de los pesares

tendrás amor, tendrás amigos.

 

Por lo demás no hay elección

y este mundo tal como es

será todo tu patrimonio.

 

Perdóname no sé decirte

nada más, pero tú comprende

que yo aún estoy en el camino.

 

Y siempre, siempre acuérdate

de lo que un día yo escribí

pensando en ti como ahora pienso.

 

Goytisolo, José Agustín

13 de abril 1928 

Barcelona

jueves, 11 de abril de 2024

CREDO



CREDO

 

 

En este mundo todavía… viejo y cansado… esperando

a que me llamen…

Muchas veces he querido escaparme por la puerta maldita

y condenada

y siempre un ángel invisible me ha tocado en el hombro

y me ha dicho severo:

No, no es la hora todavía… hay que esperar…

Y aquí estoy esperando…

con el mismo traje viejo de ayer,

haciendo recuentos y memoria,

haciendo examen de conciencia,

escudriñando agudamente mi vida…

¡Qué desastre!... ¡Ni un talento!... todo lo perdí.

Sólo mis ojos saben aún llorar. Esto es lo que me queda…

Y  mi esperanza se levanta para decir acongojada:

Otra vez lo haré, Señor,

porque… ¿no es cierto que volvemos a nacer?

¿No es cierto que de alguna manera volvemos a nacer?

Creo que Dios nos da siempre otra vida,

otras vidas nuevas,

otros cuerpos con otras herramientas,

con otros instrumentos… otras cajas sonoras

donde el alma inmortal y viajera se mueva mejor

para ir corrigiendo lentamente,

muy lentamente, a través de los siglos,

nuestros viejo pecados,

nuestros tercos pecados…

para ir eliminando poco a poco

el veneno original de nuestra sangre

que viene de muy lejos.  

Corre el tiempo y lo derrumba todo, lo transforma todo.

Sin embargo pasan los siglos y el alma está en otro sitio…

¡pero está!

Creo que tenemos muchas vidas,

que todas son purgatorios sucesivos,

y que esos purgatorios sucesivos, todos juntos,

constituyen el infierno, el infierno purificador,

al final  del cual está la Luz, el Gran Dios, esperándonos.

Ni el infierno… ni el fuego y el dolor son eternos.

Sólo la Luz brilla sin tregua,

diamantina,

infinita,

misericordiosa,

infinita,

misericordiosa,

perdurable por los siglos de los siglos…

Ahí está siempre con sus divinos atributos.

Sólo mis ojos hoy son incapaces de verla…

Estos pobres ojos que no saben aún más que llorar.

 

 

León Felipe

11 de abril de 1884

Tábara – Zamora


martes, 9 de abril de 2024

LA METAMORFOSIS DEL VAMPIRO

 


LA METAMORFOSIS DEL VAMPIRO

 

 

La mujer, entre tanto, de su boca de fresa

retorciéndose como una sierpe entre brasas

y amasando su senos sobre el duro corsé,

decía estas palabras impregnadas de almizcle:

“Son húmedos mis labios y la ciencia conozco

de perder en el fondo de un lecho la conciencia,

seco todas las lágrimas en mis senos triunfales.

Y hago reír a los viejos con infantiles risas.

Para quien me contempla desvelada y desnuda

reemplazo al sol, la luna, al cielo y las estrellas.

Yo soy, mi caro sabio, tan docta en los deleites,

cuando sofoco a un hombre en mis brazos temidos

o cuando a los mordiscos abandono mi busto,

tímida y libertina y frágil y robusta,

que en esos cobertores que de emoción se rinden,

impotentes los ángeles e perdieran por mi.”

 

Cuando hubo succionado de mis huesos la médula

y muy lánguidamente me volvía hacia ella

a fin de devolverle un beso, sólo vi

rebosante de pus, un odre pegajoso.

Yo cerré los dos ojos con helado terror

y cuando quise abrirlos a aquella claridad,

a mi lado, en lugar del fuerte maniquí

que parecía haber hecho provisión de mi sangre,

en confusión chocaban pedazos de esqueleto

de los cuales se alzaban chirridos de veleta

o de cartel, al cabo de un vástago de hierro,

que balancea el viento en las noches de invierno.

  

 

Charles Baudelaire

9 de abril de 1821

París (Francia)

MUJER CON ALCUZA


 Leyendo a Damaso Alonso en el día del poeta realizado en el Taller de Poesía Grupo Cero el domingo 7 de abril de 2024.

Poema: "Mujer con alcuza"

lunes, 8 de abril de 2024

COSAS

 


COSAS

A Max Daircaux

 

Amo las cosas que nunca tuve

con las otras que ya no tengo:

 

Yo toco un agua silenciosa,

parada en pastos friolentos,

que sin un viento tiritaba

en el huerto que era mi huerto.

 

La miro como la miraba;

me da un extraño pensamiento,

y juego, lenta, con esa agua

como un pez o con misterio.

 

Pienso en umbral donde dejé

pasos alegras que ya no llevo,

y en el umbral veo una llaga

llena de musgo y de silencio.

 

Yo busco un verso que he perdido,

que a los siete años me dijeron.

Fue una mujer haciendo el pan

y yo su santa boca veo.

 

Viene un aroma roto en ráfagas;

soy muy dichosa si los siento;

de tan delgado no es aroma,

siendo el olor de los almendros.

 

Me vuelve niños los sentidos;

le busco un nombre y no lo acierto,

y huelo el aire y los lugares

buscando almendros que no encuentro.

 

Un río suena siempre cerca.

Ha cuarenta años que lo siento.

Es canturía de mi sangre

o bien un ritmo que me dieron.

 

O el río Elqui de mi infancia

que me repecho y me vadeo.

Nunca lo pierdo; pecho a pecho,

como dos niños nos tenemos.

 

Cuando sueño la Cordillera,

camino por desfiladeros,

y voy oyéndoles, sin tregua

un silbo casi juramento.

 

Veo al remate del Pacífico

amoratado mi archipiélago,

y de una isla me ha quedado

un olor acre de alción muerto…

 

Un dorso, un dorso grave y dulce,

remata el sueño que yo sueño.

Es al final de mi camino

y me descanso cuando llego.

 

Es tronco muerto o es mi padre,

el vago dorso ceniciento.

Yo no pregunto, no lo turbo.

Me tiendo junto, callo y duermo.

 

Amo a una piedra de Oaxaca

o Guatemala, a que me acerco,

roja y fija como mi cara

y cuya grieta da un aliento.

 

Al dormirme queda desnuda;

no sé por qué yo la volteo.

Y tal vez nunca la he tenido

y es mi sepulcro lo que veo…

 

Gabriela Mistral

7 de abril de 1889

Vicuña (Chile)