CREDO
En este mundo todavía…
viejo y cansado… esperando
a que me llamen…
Muchas veces he
querido escaparme por la puerta maldita
y condenada
y siempre un ángel
invisible me ha tocado en el hombro
y me ha dicho severo:
No, no es la hora todavía…
hay que esperar…
Y aquí estoy
esperando…
con el mismo traje
viejo de ayer,
haciendo recuentos y
memoria,
haciendo examen de
conciencia,
escudriñando
agudamente mi vida…
¡Qué desastre!... ¡Ni
un talento!... todo lo perdí.
Sólo mis ojos saben aún
llorar. Esto es lo que me queda…
Y mi esperanza se levanta para decir acongojada:
Otra vez lo haré,
Señor,
porque… ¿no es cierto
que volvemos a nacer?
¿No es cierto que de
alguna manera volvemos a nacer?
Creo que Dios nos da
siempre otra vida,
otras vidas nuevas,
otros cuerpos con
otras herramientas,
con otros
instrumentos… otras cajas sonoras
donde el alma
inmortal y viajera se mueva mejor
para ir corrigiendo
lentamente,
muy lentamente, a
través de los siglos,
nuestros viejo
pecados,
nuestros tercos
pecados…
para ir eliminando
poco a poco
el veneno original de
nuestra sangre
que viene de muy
lejos.
Corre el tiempo y lo
derrumba todo, lo transforma todo.
Sin embargo pasan los
siglos y el alma está en otro sitio…
¡pero está!
Creo que tenemos
muchas vidas,
que todas son
purgatorios sucesivos,
y que esos
purgatorios sucesivos, todos juntos,
constituyen el
infierno, el infierno purificador,
al final del cual está la Luz, el Gran Dios, esperándonos.
Ni el infierno… ni el
fuego y el dolor son eternos.
Sólo la Luz brilla
sin tregua,
diamantina,
infinita,
misericordiosa,
infinita,
misericordiosa,
perdurable por los
siglos de los siglos…
Ahí está siempre con
sus divinos atributos.
Sólo mis ojos hoy son
incapaces de verla…
Estos pobres ojos que
no saben aún más que llorar.
León Felipe
11 de abril de 1884
Tábara – Zamora
No hay comentarios:
Publicar un comentario
poesia