lunes, 29 de abril de 2024

DEL TIEMPO LARGO

 


DEL TIEMPO LARGO

 

 

A veces, en raros

instantes, se abre, talud

real y enorme, el tiempo

transcurrido.

                        Y no es entonces

breve el tiempo. Como el pájaro

al elevarse abarca con sus alas

un diminuto pueblo o costerío,

la inmensidad de lo vivido arrecia,

y se mira remoto el ayer próximo,

en que el pico ávido bajaba

en busca de alimento.

                         ¡Qué eternidad

de soles ya vividos! ¡Y qué completa

ausencia de nostalgia! Para crecer

se vive. Para nacer de nuevo

y rehacer la mala copia original.

Para crecer, se sufre. No se quiere

volver atrás, ni tan siquiera al tiempo

rumoreante de la juventud.

                      Que no para que el rostro

luzca lozano y terso se ha vivido.

No para atraer por siempre con el fuego

de la mirada, no con el alma en vilo,

por siempre se ha de estar.

                         De cierto modo

la juventud es también como una cierta

decrepitud: un ser informe,

larva, debatíase, qué peligrosamente

amenazado. Se vivió, se salió,

quién sabe cómo, del hueco,

de la trampa:

                          valió el otro

del bosque de la vida, el pleno encanto

de los claros del sol entre lo umbrío

para pagar su precio: lo tanto

costó poco; poco el sufrir inmenso

para es dádiva: al rostro

orne la arruga como el pecho la cinta coloreada

de un guerrero

o como al niño la medalla premia

por la humilde labor.

                              Como el avaro

el peso de un tesoro, encorva

la espalda anciana el peso

del vivir.

                              Mas, ya, arriba,

a la salida, ya, se mira

hacia atrás sonriendo, renacido,

como agrietada cáscara el polluelo,

ya se van desligando las amarras,

del extraño navío, y como novio trémulo

locamente lo incierto hace señales.

 

costó dolor, muerte costó, la vida.

Y al tiempo, breve o largo, siempre corto,

como el relámpago del amor, se le mira

ya sin recelo ni amargura

como a las heridas de la mano, en el arduo

aprender de su oficio,

contempla el aprendiz.

 

Bella es toda partida.

 

Fina García Marruz

28 de abril de 1923

La Habana (Cuba)

 

 

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