COSAS
A Max Daircaux
Amo las cosas que
nunca tuve
con las otras que ya
no tengo:
Yo toco un agua
silenciosa,
parada en pastos
friolentos,
que sin un viento
tiritaba
en el huerto que era
mi huerto.
La miro como la
miraba;
me da un extraño
pensamiento,
y juego, lenta, con
esa agua
como un pez o con
misterio.
Pienso en umbral
donde dejé
pasos alegras que ya
no llevo,
y en el umbral veo
una llaga
llena de musgo y de
silencio.
Yo busco un verso que
he perdido,
que a los siete años
me dijeron.
Fue una mujer
haciendo el pan
y yo su santa boca
veo.
Viene un aroma roto
en ráfagas;
soy muy dichosa si
los siento;
de tan delgado no es
aroma,
siendo el olor de los
almendros.
Me vuelve niños los
sentidos;
le busco un nombre y
no lo acierto,
y huelo el aire y los
lugares
buscando almendros
que no encuentro.
Un río suena siempre
cerca.
Ha cuarenta años que
lo siento.
Es canturía de mi
sangre
o bien un ritmo que
me dieron.
O el río Elqui de mi
infancia
que me repecho y me
vadeo.
Nunca lo pierdo;
pecho a pecho,
como dos niños nos
tenemos.
Cuando sueño la
Cordillera,
camino por
desfiladeros,
y voy oyéndoles, sin
tregua
un silbo casi
juramento.
Veo al remate del Pacífico
amoratado mi archipiélago,
y de una isla me ha
quedado
un olor acre de alción
muerto…
Un dorso, un dorso
grave y dulce,
remata el sueño que
yo sueño.
Es al final de mi
camino
y me descanso cuando
llego.
Es tronco muerto o es
mi padre,
el vago dorso
ceniciento.
Yo no pregunto, no lo
turbo.
Me tiendo junto,
callo y duermo.
Amo a una piedra de
Oaxaca
o Guatemala, a que me
acerco,
roja y fija como mi
cara
y cuya grieta da un
aliento.
Al dormirme queda
desnuda;
no sé por qué yo la
volteo.
Y tal vez nunca la he
tenido
y es mi sepulcro lo
que veo…
Gabriela Mistral
7 de abril de 1889
Vicuña (Chile)
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