OSCUROS
Oscuros,
en la desierta noche
por la sombra,
habíamos llegado
hasta el umbral.
La mujer era un haz
de súbitas serpientes
que arrebataba el
dios.
Oh virgen, dime dónde
está en el corazón
del anegado bosque
el muérdago.
Volaron las palomas
a la rama dorada.
Habíamos llegado
hasta el umbral
(de mares calcinados,
del infinito ciclo
de la destrucción).
Aquí desnudo estoy,
ante el espasmo
poderoso del dios.
Aquí está el límite.
Ya nunca,
oscuros por la sombra
bajo la noche sola,
podríamos volver.
Pero no cedas, baja
al antro donde
se envuelve en
sombras la verdad.
Y bebe,
de bruces, como
animal herido, bebe su tiniebla,
al fin.
Valente, José Ángel
25 abril de 1929
Ourense
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