BAILARÉ SOBRE TU TUMBA
Ante el burdo espectáculo
de la descomposición,
defino alguna
estrategia para continuar,
ácidas constelaciones
desde donde,
en secreto afán,
delimitar las raíces del fracaso.
Hubo tiempos de alegría
y desenfreno,
días en que nada
importaba sino el placer,
la mera especulación
entre los cuerpos,
divina fantasía sobre
las almas.
Éramos como dioses,
jugando
todo el tiempo a
construir mundos imaginarios,
irreales ensoñaciones
en las que,
por descuido o ambición,
creíamos sin dudar.
Y era tu cuerpo el confín
de la dicha,
ese refugio
inconsciente frente al horror
de sabernos mortales,
de perder la vida
en el fatal combate
contra el tiempo.
Hubo, también, noches
de silencio y espera,
espacios que
auguraban un desenlace inevitable
rasgando el último
escenario de la partida:
bailar, siempre
bailar, aun sobre tu tumba.
Carmen Salamanca
Gallego
Del libro “La luna en
mi calle”
Cuadro: "El violinista" de Marc Chagall
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