jueves, 27 de marzo de 2025

ESTACIÓN

 

 


ESTACIÓN

 

Héme aquí en los andenes de una estación sin nombre.

Armaduras metálicas delimitan el cielo

en cuadrícula justa de empañados cristales.

Entre los paralelos raíles crece el musgo,

merodean las ratas y se pudren despojos.

Heme aquí en los andenes con maletas y fardos

y un enorme baúl que no sé qué contiene.

Quisiera preguntar si es que voy o es que vengo,

de dónde me ha traído el tren de madrugada

y cuál es el preciso lugar de mi destino

para el que no recuerdo si he sacado billete.

Pero no hay empleados. Hay un jefe invisible

en un negro despacho sin ventanas ni puerta

que se hace sordomudo a todas las consultas.

Se llenan los andenes con más y más viajeros

igual que yo, cargados de equipajes absurdos.

Se les nota en la cara que están medio dormidos

o que son medio tontos o que han perdido algo.

Muchos parten de pronto en un tren sin bombillas

que se marcha en silencio nadie sabe hacia dónde.

Los despiden algunos con sollozos y gritos.

Pero pronto se cansan y al final se consuelan.

 

Los que llegan se anuncian con más gozo. Hay un grupo

que pregona su arribo con palabras alegres

y un aspecto solemne que no acierto a explicarme.

Todos ellos me aturden, me fastidian. Si al menos

me aclararan las cosas y ordenaran un poco

este necio barullo. Porque, al cabo, es probable

que yo venga enviada por alguno, que tenga

que hacer algo importante o llegar a algún sitio.

 

No sé nada de nada o quizá lo he olvidado,

He perdido las llaves del  baúl. Torpemente

descerrajo la tapa. Si encontrara mi propia

filiación, mi destino. Desengaño tremendo.

Sólo hay frascos vacíos, inservibles zapatos,

alas rotas, cintajos de colores, caretas,

trajes viejos y libros olor a polilla.

Pasa tiempo. Me aburro. Por hacer algo, escribo

versos largos y adustos que no importan a nadie.

Voy dejándome cosas por oscuros rincones:

Guantes sucios, sonrisas, empapados pañuelos,

oxidados cuchillo y hasta besos cortados.

Ya no tengo maletas (Lo compruebo de pronto.)

Sólo un tiesto con flores amarillas y mustias

y una incómoda jaula con un pájaro triste

que no come ni canta. Cruzan trenes y trenes.

Siempre llega más gente y otros siguen marchando.

Hasta algunos se tiran de cabeza a la vía.

Yo no sé qué adelantan con romperse los huesos

y quedar con los puercos intestinos al aire.

Pero estoy tan cansada. Ni siquiera me importa

continuar el viaje. Voy a ver si me duermo.

 

Ángela Figuera Aymerich

Cuadro de Claude Monet

 

 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

poesia