CANSADA DE TIERRA
En el gran parque de
tus caídas
en las cuatro
esquinas casi en polvo
ahí están tus lágrimas
siempre vacías
ahí están dispuestas
sobre mi antiguo perfil.
Revelados entre el
alba y el citiso
corroídos por la
amargura de un diamante en traílla
según las grietas de
oro de un seno derrotado
tus alzamientos de
hombros te arrancan a tus malas hierbas.
Pues tu poder de adiós
es tal que el aire queda
en el aire y este
parecido a la guadaña de la luz
y todos estos
detalles posados en las cuerdas más sensibles
se avienen a simular
el estío con tal de que mi corazón no se mueva.
Juan Larrea
13 de marzo de 1895
Bilbao
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