NÁUFRAGO INDECISO
Noche,
deja que irrumpa el poema,
que
mi cuerpo tiemble.
Un
poema que cierre definitivamente
la
herida y yo me salve
para
poder, aunque sea desde la silla de ruedas
que
me tienen preparada,
ver
correr el río a nuestros pies.
Náufrago
indeciso,
tu
morada no es el cielo.
Palidecen
los silencios
y
escucho el sonido
de
las grandes cataratas
que
jamás haya conocido.
Llamé
mío al paraíso
y
domestiqué los minutos siguientes.
Días
muertos eran los tiempos
donde
yo vivía la vida
de
un hombre solitario, abstraído.
Vibraciones
inexistentes de notas
no
podrán componer para mí
la
canción que aguardo escuchar,
tendré
yo misma que escribirla.
Como
los pájaros.
Como
las naves que no parten.
Como
los relámpagos inadvertidos.
Como
las camas vacías, donde
ninguno
de mis amantes se acostaría.
Como
el trueno sin sonido.
Como
las sombras del fondo azulado
de
los grandes abismos.
Como
el siempre posible,
como
el rey que pasó a mi lado sin yo advertirlo.
Como
las certezas y las seguridades
de
todos los adentros sin forma.
Como
yo, que si estoy vivo,
es
porque está transcurriendo
el
misterio de las primaveras.
Náufrago
indeciso, tu morada no es el cielo.
Lucía
Serrano
Del
libro: “Máscaras”
Cuadro de Edouard Manet
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