PRIMERO DE ENERO
Las puertas del año se
abren,
como las del lenguaje,
hacia lo desconocido.
Anoche me dijiste:
mañana
habrá que trazar unos
signos,
dibujar un paisaje, tejer
una trama
sobre la doble página
del papel y del día.
Mañana habrá que inventar,
de nuevo,
la realidad de este mundo.
Ya tarde abrí los ojos.
Por el segundo de un
segundo
sentí lo que el azteca,
acechando
desde el peñón del
promontorio,
por las rendijas de los
horizontes,
el incierto regreso del
tiempo.
No, el año había
regresado.
Llenaba todo el cuarto
y casi lo palpaban mis
miradas.
El tiempo, sin nuestra
ayuda,
había puesto,
en
un orden idéntico al de ayer,
casas
en la calle vacía,
nieve
sobe las casas,
silencio
sobre la nieve.
Tú
estaban a mi lado,
aún
dormida.
El
día te había inventado
pero
tú no aceptabas todavía
tu
invención en este día.
Quizá
tampoco la mía.
Tú
estabas en otro día.
Estabas
a mi lado
y
yo te veía, como nieve,
dormida
entre las apariencias.
El
tiempo sin nuestra ayuda,
inventa
casas, calles, árboles,
mujeres
dormidas.
Cuando
abras los ojos
caminaremos,
de nuevo,
entre
las horas y sus invenciones
y
al demorarnos en las apariencias
daremos
fe del tiempo y sus conjugaciones.
Abriremos
las puertas de este día,
entraremos
en lo desconocido.
Octavio
Paz
Árbol
adentro
Cuadro: "Apolo en el Parnaso" de Rafael Sanzio
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