LA PERA VERDE Y PODRIDA
Iba un día con su abuelo
paseando un colegial,
y debajo de un peral
halló una pero en el
suelo.
Mírala, cógela, muerde,
mas presto arroja el
bocado
que muy podrido de un lado
estaba y del otro verde.
“Abuelo, ¿cómo será
decía el chico escupiendo
que esta pera que estoy
viendo
podrida aunque verde está?
El anciano con dulzura
dijo: “Vínole ese mal
por caerse del peral
sin que estuviera madura”.
Lo propio sucede al necio
que estando en la
adolescencia
desatiende la prudencia
de sus padres con
desprecio.
Al que en sí propio confía
como en recurso fecundo
e ignorando lo que es
inundo
engólfase en él sin guía.
Quien así intenta negar
la veneración debida
en el campo de la vida
se pudre sin madurar.
Concepción Arenal
31 de enero de 1820
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