VAGUEDADES
X
clavado en mi corazón,
y no me acuerdo ya si era
aquel clavo
de oro, de hierro o de
amor.
Solo sé que hizo un mal
tan hondo,
que tanto me atormentó,
que día y noche sin cesar
lloraba
como lloró Magdalena en la
Pasión.
“Señor, que todo lo puedes
-le pedí una vez a Dios-,
dame valor para arrancar
de un golpe
clavo de tal condición.”
Y me lo dio Dios, y lo
arranqué;
mas… ¿quién lo pensara…? Después
ya no sentí más tormentos
ni supe qué era el dolor;
supe solo que no sé qué me
faltaba
en donde el clavo faltó,
y quizá, quizá tuve
saudades
de aquella pena… ¡Buen
Dios!
Este barro mortal que
envuelve el espíritu
¡quién lo entenderá, Señor…!
Rosalía de Castro
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