5 DE ENERO
LA MAGIA EN LA NOCHE
El desfile de ilusiones se
impregna en cada rincón
de la niebla nocturna,
el brillo de algún escarpín
alumbra la luna,
la esperanza se cubre de
fantasía apartando el sueño,
abriendo los ojos al destino
bajo el disfraz de la fábula.
La magia cerca el tesón del
labriego
y adorna la tez de la
multitud,
el despego de lo rudo aflora
en cada mirada de ensueño,
la inocencia olvidada salta a
la luz del anhelo,
llevando la pulcritud de una
cálida mano a la intriga de la seducción.
El delirio se viste de gala a
la espera de un latido,
la flor de invierno se abre
paso entre la escarcha,
el estruendo se convierte en
melodía apacible,
la cortesía empapa al
campechano, al oriundo y al forastero,
la magia de la noche estalla
en cualquier esquina y cualquier arista.
La niñez olvidada irrumpe en
el recuerdo
el anhelo de ocupar de nuevo
el deseo
sin la maleficencia de los
tentáculos del mundo,
sin la abolición de la
ingenuidad ni la limpidez,
sin la premura obligada a
arrugar la mirada en la visión de un volcán.
El encanto de nuevo aflora en
el pecho
al mirar la pequeñez en la
fragilidad de una sonrisa,
al acariciar una piel sin el
resorte de la canícula,
deseando arroparse con la seda
de la gratitud en el próximo vuelo.
El deseo puesto en la magia,
la voracidad de las horas
vividas en la niebla,
el encuentro con la pequeñez
desahuciada
aflora en el vértigo de la
sien,
compacta con destinos
impropios a la leyenda,
disgregando los hilos de una
era al diario
aunque ajena al derrotero
embarcado,
recompone en un ápice de
galanteo el sentido de nuestro latido.
Gloria Gómez Candanedo
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