AJENO
Largo se le hace el día a
quien no ama
y él lo sabe. Y él oye ese
tañido
corto y duro del cuerpo,
su cascada
canción, siempre sonando a
lejanía.
Cierra su puerta y queda
bien cerrada;
sale y, por un momento,
sus rodillas
se le van hacia el suelo. Pero
el alba,
con peligrosa generosidad,
le refresca y le yergue. Está
muy clara
su calle, y la pasea con
pie oscuro,
y cojea en seguida porque
anda
sólo con su fatiga. Y dice
aire:
palabras muertas con su
boca viva.
Prisionero por no querer,
abraza
su propia soledad. Y está
seguro,
más seguro que nadie
porque nada
poseerá; y él bien sabe
que nunca
vivirá aquí, en la tierra.
A quien no ama,
¿cómo podemos conocer o cómo
perdonar? Día largo y aún
más larga
la noche. Mentirá al sacar
la llave.
Entrará. Y nunca habitará
su casa.
Claudio Rodríguez
30 de enero de 1934
Zamora
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