ALLÍ DESPACIO TE DIRÉ MIS CUITAS…
Allí despacio de diré mis
cuitas,
¡Allí en tu boca escribiré
mis versos!
¡Ven, que la soledad será
tu escudo!
Ven, blanco oveja,
pero, si acaso lloras, en
tus manos
esconderé mi rostro, y con
mis lagrimas
borraré los extraños
versos míos,
¿Sufrir tu, a quien yo
amo, y ser yo el casco
brutal, y tú, mi amada, el
lirio roto?
No, mi tímida oveja, yo
odio el lobo,
ven, que la soledad será
tu escudo.
¡Oh! La sangre del alma,
¿tú la has visto?
Tiene manos y voz, y al
que la vierte
eternamente entre las
sombras acusa.
¡Hay crímenes ocultos, y
hay cadáveres
de almas, y hay villanos
matadores!
Al bosque ven: del roble más
erguido
un pilón labremos, y ¡en
el pilón
cuantos engañes a mujer
pongamos!
Esa es la lidia humana:
¡la tremenda
batalla de los ocasos y
los lirios!
¿Pues los hombres
soberbios, no son fieras?
Bestias y fieras! Mira,
aquí ate traigo
mi bestia muerta y mi furor
domado.
Ven, a callar, a murmurar,
al ruido
de las hojas de abril y
los nidales.
Deja, oh mi amada, las
paredes mudas
de esta casa hoyada y ven
conmigo
no al mar que bate y ruge
sino al bosque
de rosas que hay al fondo
de la selva.
Allí es buena la vida,
porque es libre,
y tu virtud, por libre,
será cierta,
por libre, mi respeto
meritorio.
Ni el amor, si no es
libre, da ventura.
¡Oh, gentes ruines, los
que en calma gozan
de robados amores! Si es
ajeno
el cariño, el placer de respetarlo
mayor mil veces es que el
de su goce;
del bueno obrar que orgullo
al pecho queda
y como en dulces lágrimas
rebosa,
y en extrañas palabras,
que parecen
¡aleteos, no voces! Y ¡qué
culpa
la de fingir amor! ¡Pues
hay tormento
como aquel, sin amar, de
hablar de amores!
¡Ven, que allí triste iré,
pues yo me veo!
¡Ven, que la soledad será
tu escudo!
José Martí
28 de enero de 1853
La Habana - Cuba
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