sábado, 30 de marzo de 2024

SOÑÉ CONTIGO ESTA NOCHE...

 

SOÑÉ CONTIGO ESTA NOCHE…

 

 

Soñé contigo esta noche:

Te desfallecías de mil maneras

y murmurabas tantas cosas…

 

Y yo, así como se saborea una fruta

te besaba con toda la boca

un poco por todas partes, monte, valle, llanura.

 

Era de una elasticidad,

de un resorte, verdaderamente admirable:

Dios… ¡qué aliento y qué cintura!

 

Y tú, querida, por tu parte,

qué cintura, qué aliento y

qué elasticidad de gacela…

 

Al despertar fue, en tus brazos,

pero más aguda y más perfecta,

¡Exactamente la misma fiesta!

 

Paul Verlaine

30 de marzo de 1844

Paris (Francia)

NO, CORAZÓN, NO TE HUNDAS...


 
NO, CORAZÓN, NO TE HUNDAS…

 

No, corazón, no te hundas.

Y vosotros, ojos, no queráis cerraros en llanto.

La visa es mucho más larga, mucho más grande de lo que ahora

supones, mucho más magnánima.

¿Te atreverás a decirle que te debe algo?

Eres tú quien se lo debes todo.

Y aún tendrás que deberle muchas cosas hasta que mueras,

y la muerte misma es un deber que tienes hacia la vida.

Agradece al tiempo que, mucho más sabio que tú, no apresure tus

horas de dolor ni se demore en tus momentos de dicha,

sino que te los mida con la misma igualdad, con la misma ecuanimidad generosa.

Agradece al sol que siga saliendo puntualmente, ajeno por completo a ponerse

al compás febril de tu pulso.

Te quejas. Dices que sufres.

Dices que no puedes más.

Aún volverás a sufrir, y a amar, y a sufrir de nuevo,

y a gozar otra vez y otra y otra.

Sólo morirás una vez, eso es lo único que no podrá repetirse,

pero la vida es una continua repetición.

Te ha de dar todavía muchas ocasiones de equivocarte,

y tú has de llegar aún a acertar con el buen momento,

que el mundo te ha de volver a brindar como te lo ha brindado

ya tanteas veces.

¿Dices que estás solo?

No es mirándote al espejo como encontrarás compañía.

Coge el primer objeto que esté a tu alcance,

un vaso, una flor o simplemente el periódico.

Acarícialos, acarícialos.

Levanta la vista, tiéndela alrededor tuyo.

Sí, es verdad que no puedes ver los ojos que tú amas tanto.

Por hermosos que sean no podrán compararse nunca con las estrellas

(a pesar de los poetas románticos).

Habla, habla, pero no contigo.

Déjate de soliloquios y silogismos y sentimentales monólogos.

Habla con el cartero, con el conductor del tranvía

(aunque esté prohibido);

habla con el niño que está jugando en la acera,

vete a beber unas copas con el primer borracho de la esquina.

¿Creías que el mundo termina donde tú acabas?

Tú eres ya no fin, pero ni siquiera comienzo de ninguna cosa.

No eres comienzo ni de ti mismo.

¿Recuerdas a tu madre?

No la compadezcas: ya murió, ya vivió, ya sufrió y gozó todo aquello

que le tocó en suerte.

Tú tienes todavía la de vivir, la de seguir vivo.

No tengas ninguna prisa en morirte.

No te esfuerces en buscar lo único que posees seguro.

 

Vicente Gaos

27 de marzo de 1919

Valencia

 

 

viernes, 29 de marzo de 2024

NO SABE QUÉ ES AMOR QUIEN NO TE AMA...

 

NO SABE QUÉ ES AMOR QUIEN NO TE AMA…

 

 

No sabe qué es amor quien no te ama.

No sabe qué es amor quien no te mira.

Tú arrancaste a su alma y a su lira

el son más dulce, la más fiera llama.

 

¿Qué fue de tanto amor por tanta dama?

Sólo cenizas de la inmensa pira.

Se nubla la mirada, el cuerpo expira,

y el alma quiere asirse a la alta rama

 

de Dios, que son sus silbos amorosos

te hechiza en la honda calma del verano.

Madrid, a il seiscientos treinta y cinco.

 

Pasaron ya los años venturosos

y los amargos. Todo pasó en vano.

Y a Dios te entregas con mortal ahínco.

 

Vicente Gaos

27 de marzo de 1919

Valencia

lunes, 25 de marzo de 2024

A UNA HEMOSA QUE DIO EN HACER BUENOS VERSOS

 

 

A UNA HERMOSA QUE DIO EN HACER BUENOS VERSOS

 

 

¿No te bastan los rayos de tus ojos,

de tu mejilla la purpúrea rosa,

la planta breve, la cintura airosa,

ni el suave encanto de tus labios rojos?

 

¿Ni el seno que a Ciprina diera enojos,

ni esa tu esquiva condición de esposa,

que también nuestras armas. Nise hermosa,

coges para rendir nuevos despojos?

 

¿A celebrar de tantos amadores

ingrata el fin acerbo te previenes

que a manos morirán de tus rigores?

 

Ya que en tus redes nuestras almas tienes,

la lira déjanos, ya que no amores,

para cantar al menos tus desdenes.

 

Mariano José de Larra

24 de marzo de 1809

Madrid

sábado, 23 de marzo de 2024

NO ENCUENTRO PAZ, NI ME PERMITEN GUERRA...

 

NO ENCUENTRO PAZ, NI ME PERMITEN GUERRA…

 

 

No encuentro paz, ni me permiten guerra;

de fuego devorado, sufro el frío;

abrazo un mundo, y quédome vacío;

me lanzo al cielo, y préndeme la tierra.

 

Ni libre soy, ni la prisión me encierra;

veo sin luz, sin voz hablar ansío;

temo sin esperar, sin placer río;

nada me da valor, nada me aterra.

 

Busco el peligro cuando auxilio imploro;

al sentirme morir me encuentro fuerte;

valiente pienso ser, y débil lloro.

 

Cúmplese así mi extraordinaria suerte;

siempre a los pies de la beldad que adoro,

y no quiere mi vida ni mi muerte.

 

Gertrudis Gómez de Avellaneda

23 de marzo de 1914

Puerto Príncipe (Cuba)

viernes, 22 de marzo de 2024

CONTRA MI SEXO TE ENSAÑAS...

 

CONTRA MI SEXO TE ENSAÑAS…

 

Contra mi sexo te ensañas

y de inconstante lo acusas;

quizá porque así te excusas

de recibir cargo igual.

Mejor obrará si emprendes

analizar en ti mismo

del alma humana el abismo,

buscando el foco del mal.

 

Proclamas que las mujeres

(cual dijo no sé quién antes),

piensan amar sus amantes

cuando aman sólo al amor;

que el vago ardor del deseo

se agita constante en ellas;

mas pasa sin dejar huellas

su preferencia mayor.

 

¡Ay, amigo! No te niego

verdad que tan sólo prueba

que son las hijas de Eva

como los hijos de Adán.

A entrambos el daño vino

de la funesta manzana,

y a toda la raza humana

sus tristes efectos van.

 

¡Misera raza!... su mengua

Sufre, pero no la entiende;

y aún sueña y hallar pretende

bienes que torpe perdió.

Tras ellos ciega se lanza,

girando en vértigo insano…

mas nunca su empeño vano

ni aun en sombra los gozó.

 

Amor pide, dicha busca,

y a esperar loca se atreve

que en vaso corrupto y breve

apague el alma se sed;

pero ella su afán inmenso

siente perenne, profundo,

y rompe lazos del mundo

como el águila la red.

 

En balde en la extraña lucha

de su cansancio y su anhelo

le agrada tomar el velo

que la presenta el error,

y en los pálidos fantasmas

-Que agranda ilusa ella sola

se finge ver la aureola

de la dicha y del amor.  

 

¡Resbala pronto la venda!

¡Resbala y ve –con despecho-

que vuela, en humo deshecho,

el fulgor de su ilusión!

Pues no cabe en ser que piensa

que eterno el engaño sea

aunque inmortal es la idea

que seduce al corazón.

 

No es, no, flaqueza en nosotros,

si indicio de altos destinos,

que aquellos bienes divinos

nos sirvan de eterno imán,

y que el alma no los halle,

-Por más que activa se mueva

ni tú en las hijas de Eva,

ni yo en los hijos de Adán-.

 

Unas y otros nos quedamos

de los ideal a distancia

y en todos es la inconstancia

constante anhelo del bien.

¡De amor y dicha tenemos

sólo un recuerdo nublado;

pues su goce fue enterrado

bajo el árbol del edén!

 

Jamás ¡oh amigo! Ventura

ni amor eterno hallaremos…

Pero ¿qué importa? ¡esperemos!

Porque es vivir esperar;

y aquí –do todo nos habla

de pequeñez y mudanza

sólo es grande la esperanza

y perenne el desear-.

 

Gertrudis Gómez de Avellaneda

23 de marzo de 1914

Puerto Príncipe (Cuba)

jueves, 21 de marzo de 2024

LA DESPEDIDA

 

LA DESPEDIDA

 

 

¿Queríamos separarnos? ¿Era lo justo y los sabio?

¿Por qué nos asustaría la decisión como si fuéramos a cometer un crimen?

¡Ah! poco nos conocemos,

pues un dios manda en nosotros.

 

¿Traicionar a ese dios? ¿Al que primero nos infundió

el sentido y nos infundió la vida, al animador,

al genio tutelar de nuestro amor?

Eso, eso yo no lo hubiera permitido.

 

Pero el mundo se inventa otra carencia,

otro deber de honor, otro derecho, y la costumbre

nos va gastando el alma

día tras día disimuladamente.

 

Bien sabía yo que como el miedo monstruoso y arraigado

separa a los dioses y a los hombres,

el corazón de los amantes, para expiarlo,

debe ofrendar su sangre y perecer.

 

¡Déjame callar! Y desde ahora, nunca me obligues a contemplar

este suplicio, así podré marchar en paz

hacia la soledad,

¡y que este adiós aún nos penenezca!

 

Ofréceme tú misma el cáliz, beba yo tanto

del sagrado filtro, tanto contigo de la poción letea,

que lo olvidemos todo amor y odio!

 

Yo partiré. ¡Tal vez dentro de mucho tiempo

vuelva a verte, Diotima! Pero el deseo ya se habrá desangrado

entonces, y apacibles

como bienaventurados

 

nos pasearemos, forasteros, el uno cerca al otro conversando,

divagando, soñando, hasta que este mismo paraje del adiós

rescate nuestras almas del olvido

y dé calor a nuestro corazón.

 

Entonces volveré a mirarte sorprendido, escuchando como otrora

el dulce canto, las voces, los acordes del laúd,

y más allá del arroyo la azucena dorada

exhalará hacia nosotros su fragancia.

 

Friedrich Holderlin

20 de marzo de 1770

Lauffen am neckar (Alemania)

miércoles, 20 de marzo de 2024

LAS CUATRO ESTACIONES

 

LAS CUATRO ESTACIONES

 

  1. RESURGIR

 

Primavera enfermiza tristemente ha expulsado

al invierno, estación de arte sereno, lúcido,

y, en mi ser presidido por la sangre sombría,

la impotencia se estira en un largo bostezo.

 

Unos blancos crepúsculos se entibian en mi cráneo

que un cerco férreo ciñe como a una vieja tumba

y triste, tras un sueño bello y etéreo,

vago por campos do la inmensa savia se pavonea.

 

Luego caigo enervado de perfumes arbóreos,

cavando con mi rostro una fosa a mi sueño,

mordiendo el suelo cálido donde crecen las lilas,

 

espero que, al hundirme, m desgana se alce…

-mientras, el Azur sobre el seto y despierta

tanto pájaro en flor que al sol gorjea-.

 

 

2. TRISTEZA DE VERANO

 

El sol, sobre la arena, luchadora durmiente,

calienta un baño lánguido en tu pelo de oro

y, consumiendo incienso sobre tu hostil mejilla,

con las lágrimas mezcla un brebaje amoroso.

 

De ese blanco flameo esa inmutable calma

te ha hecho, triste, decir –oh, mis besos miedosos-:

“¡Nunca seremos una sola momia

bajo el desierto antiguo y felices palmeras!”

 

¡Pero tu cabellera es un río tibio,

donde ahogar sin temblores el alma obsesionante

y encontrar es Nada desconocida, tuya!

 

Yo probaré el afeite llorado por tus párpados,

por ver si sabe dar al corazón que heriste

la insensibilidad del azur y las piedras.

 

 

3. SUSPIRO

 

Mi alma hacia tu frente donde sueña

un otoño alfombrado de pecas, calma hermana,

y hacia el errante cielo de tus ojos angélicos

asciende, como en un melancólico parque,

fiel, un surtidos blanco suspira hacia el azul.

-Hacia el Azur eternecido de octubre puro y pálido

que mira en los estanques su languidez sin fin

y deja, sobre el agua muerta do la salvaje

agonía de las hojas yerra el viento y excava un frío surco,

arrastrarse al sol gualda de un larguísimo rayo.

 

 

4. INVIERNO

 

¿El virgen, el vivaz y bello día de hoy

da un aletazo ebrio va a desgarrarnos este

lago duro olvidado ue persigue debajo de la escarcha

el glaciar transparente de los vuelos no huidos!

 

Un cisne de otro tiempo se acuerda de que él es

quien, aún sin esperanza, magnífico se libra

por no haber cantado la región do vivir

cuando ha esplendido el tedio del estéril invierno.

 

Sacudirá su cuello entero esta blanca agonía

por el espacio impuesto al ave que lo niega,

mas no el horror del suelo que aprisiona al plumaje.

 

Fantasma que su puro destello a este lugar asigna,

se aquieta en el ensueño helado del desprecio

que entre su exilio inútil viste el Cisne.

 

Stephane Mallarmé

18 de marzo 1842

París (Francia)

martes, 19 de marzo de 2024

NIÑEZ SONÁMBULA

 


NIÑEZ SONÁMBULA

 

 

Era una casa grande, vacía, llena de ecos,

con veinte ventanales abiertos hacia el mar.

Y el mar sonaba triste contra el acantilado

como el destino  sueña y acaba por matar.

Era una casa rara porque nada pasaba

y siempre parecía que algo iba a pasar.

Era una casa loa como aquella en que, niño,

según ahora me explican, nunca llegué a vivir,

pero que yo recorro, sabiendo los secretos

de sus cien corredores y sus puertas ocultas,

sus vueltas y revueltas, sus cámaras cargadas

de perfumes pesados y de un pasado horror

que todas las ventanas abiertas hacia un mar

de luz y de aventura, y disponibilidad,

no barren con su brisa, ni liberan del ¡ay!

Era una casa antigua. Y triste sin razón.

Allí viví de niño, y allí vivo de veras

por mucho que me nieguen. Y así, ciego, atravieso

los pasillos sin fin y las salas vacías, 

y esas puertas que empujo para abrir otras salas,

todas ricas, lujosas, con sus tapicerías,

relojes, porcelanas, cortinas y recuerdos.

Todas eran iguales, repetidas, abiertas,

la rosa y la morada, la del león de oro,

la del abuelo Juan… ¿En qué se distinguían?

Yo abría puertas, puertas, buscando una salida,

lloraba algunas veces sin saber bien por qué,

y huía como un ciervo frente a aquella doncella

que me decía amable; “¿Qué quiere el señorito?”

Huir, huir, mi vida sólo ha sido una huída

sinsabor hacia dónde y sin saber por qué.

Huir de aquella casa donde viví de niño,

aunque según me dicen nunca viví de veras.

No es un sueño. No. Veo oculto y real

a ese niño que mira con ojos espantados

detrás de una ventana, la mar, la mar, la mar.

 

Gabriel Celaya

18 de marzo de 1911

Hernani (Guipúzcoa)

 

lunes, 18 de marzo de 2024

LOS REFLEJOS INFIELES

 


LOS REFLEJOS INFIELES

 

 

Me moldeó muchas caras esta sumisa piel,

adherida en secreto a la palpitación de lo invisible

lo mismo que una gasa que de pronto revela figuras emboscadas en la vaga sustancia de los sueños.

Caras como resúmenes de nubes para expresar la intraducible travesía;

mapas insuficientes y confusos donde se hunden los cielos y emergen los abismos.

Unas fueron tan leves que se desgarraron entre los dientes de una sola noche.

Otras se abrieron paso a través de la escarcha, como proas de fuego.

Algunas perduraron talladas por el heroico amor en la memoria del espejo;

algunas se disolvieron entre rotos cristales con las primeras nieves.

Mis caras sucesivas en los escaparates veloces de una historia sin paz y sin costumbres:

un muestrario de nieblas, de terror, de intemperies.

Mis caras más inmóviles surgiendo entre las aguas de un ágata sin fondo que presagia la muerte,

solamente la muerte,

apenas el reverso de una sombra

estampada en el hueco de la separación.

Ningún signo especial en estas caras que tapizan la ausencia.

Pero a través de todas,

como la mancha de ácido que traspasa en el álbum los ambiguos retratos,

se inscribió la señal de una misma condena:

mi vana tentativa por reflejar la cara que se sustrae y que me excede.

El obstinado error frente al modelo.

 

 

Olga Orozco

17 de marzo de 1920

Toay (Argentina)

 

EL PAN NUESTRO

 


EL PAN NUESTRO

 

Para Alejandro Gamboa

 

 

Se bebe el desayuno… húmeda tierra

de cementerio huele a sangre amada.

Ciudad de invierno… ¡La mordaz cruzada

de una carrera que arrastrar parece

una emoción de ayuno encadenada!.

 

Se quisiera tocar todas las puertas,

y preguntar por no sé quién; y luego

ver a los pobres, y, llorando quedos,

dar pedacitos de pan fresco a todos.

¡Y saquear a los ricos sus viñedos

con las dos manos santas

que a un golpe de luz

volaron desclavadas de la Cruz!

¡Pestaña matinal, no os levantéis!

¡El pan nuestro de cada día dánoslo,

Señor…!

 

Todos mis huesos son ajenos;

¡yo tal vez los robé!

Yo vine a darme lo que acaso estuvo

asignado para otro;

¡y pienso que, si no hubiera nacido,

otro pobre tomara este café!

Yo soy un mal ladrón… ¡A dónde iré!

 

Y en esta hora fría, en que la tierra

trasciende a polvo humano y es tan triste,

quisiera yo tocar todas las puertas,

y suplicar a no sé quién, perdón,

y hacerle pedacitos de pan fresco

aquí, ¡en el horno de mi corazón…!

 

César Vallejo

16 de marzo de 1892

Santiago de Chuco (Perú)

CON ESTA BOCA, EN ESTE MUNDO

 


CON ESTA BOCA, EN ESTE MUNDO

 

 

No te pronunciaré jamás, verbo sagrado,

aunque me tiña las encías de color azul,

aunque ponga debajo de mi lengua una pepita de oro,

aunque derrame sobre mi corazón un caldero de estrellas

y pase por mi frente la corriente secreta de los grandes ríos.

 

Tal vez hayas huido hacia el costado de la noche del alma,

ese al que no es posible llegar desde ninguna lámpara,

y no hay sombra que guíe mi vuelo en el umbral,

ni memoria que venga de otro cielo para encarnar en esta dura nieve

donde sólo se inscribe el roce de la rama y el quejido del viento.

 

Y ni un solo temblor que haga sobresaltar las mudas piedras.

Hemos hablado demasiado del silencio,

lo hemos condecorado lo mismo que a un vigía en el arco final,

como si en él yaciera el esplendor después de la caída,

el triunfo del vocablo, con la lengua cortada.

 

¡Ah, no se trata de la canción, tampoco del sollozo!

He dicho ya lo amado y lo perdido,

trabé con cada sílaba los bienes y los males que más temí perder.

A lo largo del corredor suena, resuena la tenaz melodía,

retumban, se propagan como el trueno

unas pocas monedas caídas de visiones o arrebatadas a la oscuridad.

Nuestro largo combate fue también un combate a muerte con la muerte, poesía.

 

Hemos ganado. Hemos perdido,

porque ¿cómo nombrar con esta boca,

cómo nombrar en este mundo con esta sola boca en este mundo con esta sola boca?

 

Olga Orozco

17 de marzo de 1920

Toay (Argentina)

 

 

jueves, 14 de marzo de 2024

REBELIÓN

 

Ayer 13 de marzo, en Santa María la Rica en Alcalá de Henares, participando en el evento "Grito de Mujer", con este poema de la gran poeta Ángela Figuera Aymerich.





REBELIÓN

 

 Serán las madres las que digan: Basta.

Esas mujeres que acarrean siglos

de laboreo dócil, de paciencia,

igual que vacas mansas y seguras

que tristemente alumbran y consienten

con un mugido largo y quejumbroso

el robo y sacrificio de su cría.

 

Serán las madres todas rehusando

ceder sus vientres al trabajo inútil

de concebir tan sólo hacia la fosa.

De dar fruto a la vida cuando saben

que no ha de madurar entre sus ramas.

 

No más parir abeles y caínes.

Ninguna querrá dar pasto sumiso

al odio que supura incoercible

desde los cuatro puntos cardinales.

 

Cuando el amor con su rotundo mando

nos pone actividad en las entrañas

y una secreta pleamar gozosa

nos rompe la esbeltez de la cintura,

sabemos y aceptamos para el hijo

un áspero destino de herramienta,

un péndulo del júbilo a la lágrima.

Que así la vida trenza sus caminos

en plenitud de días y de pasos

hacia la muerte lícita y auténtica,

no al golpe anticipado de la ira.  

 

¿Por qué lograr espigas que maduren

para una siega de ametralladoras?

¿Por qué llenar prisiones y cuarteles?

¿Por qué suministrar carne con nervios

al agrio espino de las alambradas,

bocas del hambre y ojos del espanto?

 

¿Es necesario continuar un mundo

en que la sangre más fragante y pura

no vale lo que un litro de petróleo,

y el oro pesa más que la belleza,

y un corazón, un pájaro, una rosa

no tienen la importancia del uranio?

 

Ángela Figuera Aymerich

A LA INMENSA MAYORÍA

 

A LA INMENSA MAYORÍA

 

 

Aquí tenéis, en canto y alma, al hombre

aquel que amó, vivió, murió por dentro

y un buen día bajo a la calle: entonces

comprendió: y rompió todos sus versos.

 

Así es, así fue. Salió una noche

echando espuma por los ojos, ebrio

de amor, huyendo sin saber adónde:

a donde el aire no apestase a muerto.

 

Tiendas de paz, brizados pabellones,

eran sus brazos, como llama al viento;

olas de sangre contra el pecho, enormes

olas de odio, ved, por todo el cuerpo.

 

¡Aquí! ¡Llegad! ¡Ay! ángeles atroces

en vuelo horizontal cruzan el cielo;

horribles peces de metal recorren

las espaldas del mar, de puerto a puerto.

 

Yo doy todos mis versos por un hombre

en paz. Aquí tenéis, en carne y hueso,

mi última voluntad. Bilbao, a once

de abril, cincuenta y uno.

 

Blas de Otero

15 de marzo de 1916

Bilbao

 

 

miércoles, 13 de marzo de 2024

MARIE THÉRÈSE REBOUL









 Marie Thérèse Reboul, fue una pintora francesa, del siglo XVIII especializada en florexs, bodegones y la naturaleza.

26 de febrero de 1735

martes, 12 de marzo de 2024

TE HE VISTO ENVEJECER

 


TE HE VISTO ENVEJECER

 

 

Te he visto envejecer entre mis manos,

mis caricias tus manos me abrazaban

un día y otro día –sin poder detenerte,

detenernos.

 

Tus ojos querían para mí

las cosas dulces, suaves,

aunque tú ya sabías lo violenta,

dura y desolada,

que está la vida. Y una vez,

y otra vez, me hablabas del camino.

 

Y ya hoy

-Ana y Ángela, mis hijas,

te recuerdan- te veo como nunca lo hice:

 

Agobiada por años y más años,

por palabras y ausencias,

por dolores.

 

Quisiera para ti

toda la paz del mundo. Toda la paz

que no pudimos darte

 

José Antonio Labordeta

10 de marzo de 1935

Zaragoza

Leyendo a Olga Orozco - PARA DESTRUIR A LA ENEMIGA



 Leyendo un poema de Olga Orozco. 

Título: "PARA DESTRUIR A LA ENEMIGA"

lunes, 11 de marzo de 2024

OJOS DIVINOS

 


OJOS DIVINOS

 

 

Ojos divinos, luz del alma mía,

por la primera vez os ví enojados;

¡y antes viera los cielos desplomados,

o abierta ante mis pies la tierra fría!

 

Tener, ¡ay!, compasión de la agonía

en que están mis sentidos sepultados,

al veros centellantes e indignados

mirarme, ardiendo con fiereza impía.

 

¡Ay!, perdonad si os agravié; perderos

temí tal vez, y con mi ruego y llanto

más que obligaros conseguí ofenderos;

 

tened, tened piedad de mi quebrando,

que si tornáis a fulminarme fieros

me hundiréis en los reinos del espanto.

 

Ángel Saavedra y Ramírez de Baquedano

Duque de Rivas

10 de marzo de 1791

Córdoba

ESTO FUE

 

 


ESTO FUE…

 

 

Apenas un recuerdo, un vago sueño

de pasados domingos sin luminarias

donde los camareros se aburrían

en establecimientos de segunda categoría.

 

Todo lo demás es un recuerdo nostálgico

de prensados días escolares

en el juvenil guardapolvo de los lunes.

 

Un sueño escaso de lluvias impares,

de noches inconclusas en mi pijama a rayas,

de furtivas huidas sin permiso

y, quizás, de algún funeral sin esperanza.

 

Años cautivos que huyeron de nosotros

a través de unos textos donde puede leerse:

 

Hoy no llueve… domingo…

Quizás mañana muertos…

Mi padre me ha pegado…

Ya no hay amor… la una menos dies…

Huimos…

Y huimos para siempre.

 

José Antonio Labordeta

10 de marzo de 1935

Zaragoza