LA FLOR DEL PECADO
La flor despertó el deseo
dibujado en una imagen
prohibida.
Envolviendo a la noche,
los gemidos de loba
se ahuyentaron en el
silencio.
Flor de labios recelosos,
de húmedos pistilos
que bordean una sombra.
Dos cuerpos desnudos,
la savia de dos mundos
encontrados en el
abandono.
Una flor que esconde una
verdad
en otro lugar,
alejando a la presa de oro
que desfila en sus redes.
Una flor de pétalos
grises,
colmada de besos y abrazos
rotos,
encendida con la llama
de unas sábanas mojadas,
envuelta y adornada de
lujuria.
Sus semillas cantan,
brotan del viento,
polinizan alas carnosas
que brillan en una mente
falaz.
Deshojada a la desnudez
prohibida,
en el laberinto de deseos,
en una habitación desnuda
de una tierra colérica
por un pecado que nunca
cometió.
Sigilosa, en la metamorfosis
encarcelada
que desciende por la roca
hacia el abismo,
abriendo sus pasos al
placer de la carne,
estalla en la furia, entre
gemidos de ángel.
Esther Núñez Roma
Del libro: “Nombre de
mujer”
No hay comentarios:
Publicar un comentario
poesia