LOS REFLEJOS INFIELES
Me moldeó muchas caras
esta sumisa piel,
adherida en secreto a la
palpitación de lo invisible
lo mismo que una gasa que
de pronto revela figuras emboscadas en la vaga sustancia de los sueños.
Caras como resúmenes de
nubes para expresar la intraducible travesía;
mapas insuficientes y
confusos donde se hunden los cielos y emergen los abismos.
Unas fueron tan leves que
se desgarraron entre los dientes de una sola noche.
Otras se abrieron paso a
través de la escarcha, como proas de fuego.
Algunas perduraron
talladas por el heroico amor en la memoria del espejo;
algunas se disolvieron
entre rotos cristales con las primeras nieves.
Mis caras sucesivas en los
escaparates veloces de una historia sin paz y sin costumbres:
un muestrario de nieblas,
de terror, de intemperies.
Mis caras más inmóviles
surgiendo entre las aguas de un ágata sin fondo que presagia la muerte,
solamente la muerte,
apenas el reverso de una
sombra
estampada en el hueco de
la separación.
Ningún signo especial en
estas caras que tapizan la ausencia.
Pero a través de todas,
como la mancha de ácido
que traspasa en el álbum los ambiguos retratos,
se inscribió la señal de
una misma condena:
mi vana tentativa por
reflejar la cara que se sustrae y que me excede.
El obstinado error frente
al modelo.
Olga Orozco
17 de marzo de 1920
Toay (Argentina)
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