OJOS DIVINOS
Ojos divinos, luz del alma
mía,
por la primera vez os ví
enojados;
¡y antes viera los cielos
desplomados,
o abierta ante mis pies la
tierra fría!
Tener, ¡ay!, compasión de
la agonía
en que están mis sentidos
sepultados,
al veros centellantes e
indignados
mirarme, ardiendo con
fiereza impía.
¡Ay!, perdonad si os
agravié; perderos
temí tal vez, y con mi
ruego y llanto
más que obligaros conseguí
ofenderos;
tened, tened piedad de mi
quebrando,
que si tornáis a
fulminarme fieros
me hundiréis en los reinos
del espanto.
Ángel Saavedra y Ramírez
de Baquedano
Duque de Rivas
10 de marzo de 1791
Córdoba
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