POEMA DESDE UN CARACOL
Yo he visto el mar. Pero no
era
el mar retórico con mástiles
y marineros amarrados
a una leyenda de cantares.
Ni el verde mar
cosmopolita
-mar de Babel- de las
ciudades,
que nunca tuvo unas
ventanas
para el lucero de la
tarde.
Ni el mar de Ulises que
tenía
siete sirenas musicales
cual siete islas rodeadas
de música por todas
partes.
Ni el mar inútil que
regresa
con una carga de paisajes
para que siempre sea
octubre
en el sueño de los
alcatraces.
Ni el mar bohemio con un
puerto
y un marinero delirante
que perdiera su corazón
que una partida de naipes.
Ni el mar que rompe contra
el muelle
una canción irremediable
que llega al pecho de los
días
sin emoción, como un
tatuaje.
Ni el mar puntual que
siempre tiene
un puerto para cada viaje
donde el amor se vuelve vida
como en el vientre de una
madre.
Que era mi mar el mar
eterno,
mar de la infancia,
inolvidable,
suspendido de nuestro
sueño
como una Paloma en el
aire.
Era el mar de la geografía,
de los pequeños
estudiantes,
que aprendíamos a navegar
en los mapas elementales.
En el mar de los
caracoles,
mar prisionero, mas
distante,
que llevábamos en el
bolsillo
como un juguete a todas
partes.
El mar azul que nos
miraba,
cuando era nuestra edad
tan frágil
que se doblaba bajo
el peso de los castillos
en el aire.
Y era el mar del primer
amor
en unos ojos otoñales.
Un día quise ver el mar
-mar de la infancia- y ya
era tarde.
Gabriel García Márquez
6 de marzo de 1927
Ciudad de México (México)
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