JUNIO
Oh, sé que he de
buscarte
cuando el otoño
abrume con sus frutos goteantes
la tierra,
cuando las mozas pasen
mordiendo los racimos
como si fueran
labios,
cuando las piernas
rudas de los hombres
se tiñan con la
sangre púrpura de las vides
y quede una canción
flotando en el azul helor de la tarde
madura.
Oh, sé que he de
buscarte.
Cuando caiga en el
río el beso desmayado de la última
adelfa buscaré tus
pisadas sobre la arena tibia
donde tu cuerpo
expiraba bajo el mío
como un talle verde
en el suspenso mediodía.
Oh, sé que he de
buscarte
cuando el dormido
cisne del otoño aletee en su nido;
pero Junio es ahora
un pasto silencioso
que coronan los oros
sagrados de la trilla,
y yo bebo en tu cuero
la música desnuda
que languidece en los
violines lentos de la siesta.
Oh, yo sé que he de
buscarte
cuando la campiña
despierte del letargo amarillo
de los élitros;
pero ahora es tu
cuerpo sólo, tu cuerpo junto al mío,
mientras Junio
incendia la felicidad de los montes
más lejanos
y el río besa
tímidamente nuestros pies
como si Narciso nos
contemplara con sus diluidos ojos
verdes de agua.
Pablo García Baena
29 de junio de 1923
Córdoba
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