NADIE ES PROFETA EN SU ESPEJO
Dime, ¿sientes aún la
antigua herida
cuando el amor te
baña en su oleaje y
el beso es luz como
el amor es traje
y el labio es sed
como la noche es vida?
Dime que sí, que sí,
como me dices
que no con la
tristeza arrinconada
cuando ya el beso se
convierte en nada
en los mártires
labios aprendices.
Tú, mi
instantaneidad, mi únicamente,
la lluvia que vino a
vivir conmigo,
trigo es mi voz
cuando te nombra,
trigo, puente es mi
cuerpo al abrazarte, puente.
Tú, mi diaria eternidad
primera,
la noche que se junta
con el día
cuando cruje en la
carne la alegría
y a la puerta del
cuarto el mar espera,
y el espejo es un
agua tiritando,
y el agua sube
lentamente un monte
donde tu cuerpo llena
el horizonte
y veo lo mismo en lo
que estoy soñando.
Luis Rosaless
31 de mayo de 1910
Granada
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