CONFIDENCIAS
Una flor por el suelo,
un cielo de hojas empapado
en lloro
y encima de ese cielo, el
otro cielo
lleno de luna y de
brillantes y oro…
Un arroyo que el aura
acariciaba;
un banco… sobre el banco
así, como quien flota, se
sentaba;
y vestida de blanco,
bella como un arcángel, me
esperaba.
Aún flotan en mis noches
de desvelo
con la luz de una luna
como aquélla,
el verde y el azul de
cielo y cielo,
y aura y arroyo y flor y
banco y ella.
¿No te acuerdas, mujer,
cuántos delirios
yo me forjaba, junto a ti
de hinojos,
al resplandor de los
celestes cirios,
al resplandor de tus
celestes ojos?
¿Te acuerdas, alma mía?
¡Entonces inocente
me jurabas amor y yo podía
besar tu corazón sobre tu
frente!
¡Ayer, unos tras otros,
mil delirios así pude
fingirme;
hoy no puede haber nada
entre nosotros,
hoy tú vas a casarte… y yo
a morirme!
¡Y tanto sol y porvenir
dorado,
tanto cielo soñado,
en una inmensa noche se
derrumba!
¡Hoy me dijiste tú: no hay
esperanza;
hoy te digo: en paz goza;
y, en mi tumba,
mañana me dirás: en paz
descansa!
Nueva York, 1876
Salvador Díaz Mirón
14 de diciembre de 1853
Veracruz – México
No hay comentarios:
Publicar un comentario
poesia