MUJER EN AVANZADO ESTADO DE
JUVENTUD
A mis sesenta y varios
años
soy una mujer en avanzado
estado de juventud.
Aun en los días en que el
cansancio me entristece las ancas
y la espalda acusa el
pesado fuello de los pulmones
la mujer que piensa dentro
de mí
recién habrá cumplido los
cuarenta.
El reflejo repentino en el
cruel escaparate
las fotos inoportunas,
el asombro discreto del
que de mí conserva
la imagen de un antiguo y
fugaz encuentro
los atribuyo sin recato al
pasajero mal día,
el desvelo
o el maquillaje desleído.
Cuánto más fácil me
resultaría esta fe
sin el nuevo aire de
respeto de la recepcionista del hotel
la dificultad de los
chicos para el tuteo al que los invito
o la cada vez más
frecuente sensación de ser invisible
–el resto de los mortales
mirando a través de mí,
como si lentamente me hubiese
despojado
de masa, sustancia,
peor aún: ¡de
importancia!--.
Para colmo, empiezan a
inquietarme los amigos:
El guapo al que se le
inclina la vencida nariz
las mejillas agotadas de
aquella
el canoso, el panzón, la
de innumerables pliegues
o los que me saludan y
apenada no reconozco.
Y sin embargo en el
aliento de sus miradas
el vapor del tiempo se
deshace.
Furiosamente apegados a la
vida
retozamos en la avanzada
juventud
como si la muerte no
existiera.
Gioconda Belli
Cuadro: "Retrato de Gerda" de Kirchner
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