LOS CAMPESINOS
Se van marchando duros,
color de la corteza
que la agresión del hacha
repele y no se inmuta.
Como los pedernales, sombría
la cabeza,
pero lumbre en su sueño de
cáscara de fruta.
Huelen los capototes a corderos mojados,
que forra un mal sabor a
sacos de patatas,
uncido a los estiércoles y
fangales pegados
en las cansinas botas más
rígidas que patas.
Sonando a oscura tropa de mulso
insistentes,
que rebasan las calles e
impiden las aceras,
van los hombres del campo
como inmensas simientes
a sembrarse en los hondos
surcos de las trincheras.
Muchos no saben nada. Mas con la
certidumbre
del que corre al asalto de
una estrella ofrecida,
de sol a sol trabajan en
la nueva costumbre
de matar a la muerte, para
ganar la vida.
Rafael Alberti
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