AMOR PERDIDO
MI MADRE
I
Cuando los robustos
colores de mi insurgencia,
toque, por fin, tu
corazón, ya será tarde,
tu corazón será de piedra.
Cuando abramos,
silenciosamente, la mañana,
encontraremos envuelta en
ella,
los suspiros nocturnos de
cien mil muertos,
recordando tu nombre:
madre desde que estás
lejos,
no vienes por las noches a
besar mi frente enamorada.
“El cielo está cerca,
hijo, mío, la voluntad de Dios,
se hace agua en mis labios
de fresa y colombina,
asustada por el disfraz de
Pierrot sangrante”.
No te preocupes madre, si
no triunfo,
te prometo caer derrotado
de manera grandiosa.
Será un coloso tu hijo,
cayendo de los espejismos de la gloria.
Me vestiré de sedas y
topacios,
para que al verme caer,
pienses en los ángeles.
Encuentro, definitivo, con
la muerte, alguien dirá
y yo que nada sabe,
escribirá un poema.
Verás que ritmo madre, el
ritmo de tu muerte.
Porque vos fuiste la que
quiso que yo fuera poeta.
Amabas los trigales,
recuerdas,
recuerdas por las noches
fue canciones de amor.
Yo era tu príncipe valiente,
y, también,
era tu príncipe cobarde.
Era tu príncipe.
Miguel Oscar Menassa
Del libro: “Amores
perdidos”
Cuadro de Joaquín Sorolla
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